Hay cumpleaños que no se pueden dejar pasar. El aniversario de la caída del Muro, el de la llegada del hombre a la Luna, el de Sara Montiel por lo que tiene de misterioso y ahora el último que hemos conocido y que a un servidor, particularmente, le ha conmovido mucho más que los anteriores. El pelucón de Fabiola de Bélgica cumple medio siglo. Junto a Anasagasti debe ser el personaje que más tenacidad ha demostrado en el lucimiento de su peinado. Hay veces que a uno le ahorran los intentos de aguzar el ingenio para sacar punta a las cosas. En este caso el benefactor ha sido el propio peluquero de la reina belga. Willy Massaer, que así se llama este marmolista capilar, asegura que el tocado de su clienta destaca porque "es muy práctico y cae con naturalidad" (¿¿¿???). Como se lo digo. Hasta hoy desconocía los efectos opiáceos de los productos de Henry Colomer. Es lo que tiene estar expuesto tanto tiempo a los efluvios de la laca. Lo peor de todo es que si lo que dice el señor Massaer es cierto; es decir que todo el cabello de doña Fabiola es natural, tiene que levantarse con unos dolores horrorosos de cuello. Menuda contractura te debes hacer después de estar horas recostada sobre semejante y sólido matojo que más que albergar piojos podría hacerlo con una camada de comadrejas. En lo que tiene toda la razón es en lo natural que resulta y lo espontáneo que fluye. Yo diría que resulta hasta juvenil. Eso sí, en los tiempos de Sissí Emperatriz que, más o menos, sería ahora de su edad. No crean que nuestra Sofi le debe andar a la zaga. Desde que tengo uso de razón le recuerdo con ese estilo tan rompedor. No como Leti que cambia de look cada dos por tres y con esa misma frecuencia alborota el gallinero patrio. Que si parece más mayor, que si muy moderna, que si no se la ve la cara, que si Ruper te necesito. Que tome ejemplo de Fabiola, que se hizo el molde en cartón piedra y así no tiene ni que perder tiempo en peinarse; algo muy de agradecer habida cuenta de la cantidad de cosas que tienen que hacer los Reyes. Fíjense si será fiable que cuando le invitan a navegar en el Bribón ya puede hacer un viento de no sé cuántos nudos que ahí aparece Fabiola sin un solo pelo trastocado. Lo que decía su peluquero. Bonito igual no, pero práctico una barbaridad.
31 de mayo de 2008
MEDIO SIGLO DE PELUCÓN (y que cumpla muchos más)
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16 de mayo de 2008
AHORA SÍ QUE SÍ
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22 de junio de 2007
CABREO EN ZARZUELA
Menudo cabreo tiene la Casa Real. Al principio pensé que se les había averiado el yate. Fíjense si ya es problema que, justo cuando empieza el verano, te quedes sin tu principal herramienta de trabajo. Pues la cosa es, al parecer, mucho peor. Se rumorea que hasta el Rey ha dejado de ser campechano por unos momentos y se ha puesto hecho un basilisco dentro de sus limitaciones dialécticas. No les digo nada la Princesa de Asturias que ella sí que tiene recursos linguisticos para mosquearse y jurar en arameo (no olviden que trabajo con Urdaci).
Juancar recibía en casa a los Reyes Magos de Oriente y su nuera, como la pilla cerca el Palacio, se acercó a la queli del suegro a saludar. De paso, habida cuenta que su señor esposo picaba por la filosa en alguna recepción, se quedó a comer para no tener que descongelar unos sanjacobos que tenía en la nevera. Esta secuencia, de libre interpretación, eso sí, a todos nos puede parecer familiar y sencilla. Claro que eso nos pasa por plebeyos porque, en este caso, ha sido el detonante de este monumental conflicto que esperen no acabe con la abdicación del monarca. Sólo pensarlo me estremece ¿Qué iba a ser de nosotros si nos quitan los bautizos de los infantes? Y mucho peor ¿Qué iba a ser del Hola?
Dentro de mis enormes limitaciones les explico. El papeo era privado aunque, como buen almuerzo privado en el que los comensales son reyes, pagado con dinero público. Y encantados oiga. Que se tomen lo que quieran y si quieren repetir flan que repitan. Por tanto, la foto debía ir a parar al album particular del rey saudí junto al cartel de toros con su nombre comprado frente al museo del Prado.
Sin embargo el séquito árabe la colgó en el internés y la cagó ¿Por qué? Pues ni idea. Hasta donde uno llega, no muy lejos bien es cierto, sólo se ve a la realeza en pleno tajo. Es decir, esperando a que la servidumbre les eche de comer en una vajilla de Sevres mientras ellos hablan de sus caballos, de sus limusinas y de sus cosas. Lo de toda la puta vida, vamos. Si hubieran posado picando unos zanjas ya hubiera entendido el estupor.
Esta instantánea, que amenaza con convertirse en el principio del fin de la monarquía es la primera que se le hace a Leti después de dar a luz a su nueva retoña pues andaba, como debe ser, de baja maternal. Lo que no sé si la petición de baja se remite al Ministerio de Trabajo y, en ese caso, qué oficio figura en la casilla de la demandante ¿De profesión princesa? Por cierto iba bien mona y aseada a la comida o sea que por ese lado tampoco se entiende el alboroto. Ni que hubiera ido en bata. Y aunque así hubiera sido tampoco se hubiera distinguido mucho de los invitados árabes.
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22 de enero de 2007
Carlos, castigado sin esquiar
Desconozco si es por envidia o por ignorancia pero deberíamos asumir que para las familias reales ir a esquiar es como para usted coger el Metro para ir al tajo. No se trata de unos días de ocio sino de, probablemente, una de las etapas más intensas de trabajo que tienen al año. Por eso los ecologistas igual le han hecho un favor al Príncipe Carlos con eso de renunciar a deslizarse por las blancas laderas suizas. Dice que no va porque así no contamina el avión y paga la penitencia por irse hasta los eeuu a coger un premio. Parece un poco lío pero yo les explico. Los ecologistas critican que se vaya a las américas con un séquito de veinte personas a recoger un premio mindundi del medio ambiente. Que es una contradicción que contamine una barbaridad con el avión para tirarse luego el rollo con semejante galardón. Y el Príncipe contraoferta que, para purgar su delito, se queda sin esquiar y así resta el queroseno de ese viaje a la atmósfera. El trueque tiene tela. Cosas que tiene la alta política. Claro que tampoco me parece que cada viaje oficial que tenga en vez de fletar una aeronave le compren una mochila, una cantimplora y una brújula y se tenga que ir a patita para no contaminar. Incluso verse obligado a retener las flatulencias reales con el mismo fin. Es llevar las cosas demasiado lejos. Yo creo que Carlos y Camilla no tenían ni puñeteras ganas de ir a esquiar. Como usted o yo de levantarse a las ocho con un frío de pelotas para ir al currele. Si a las familias reales les prohibimos viajar para que no contaminen, amarrar el yate para que el combustible no emponzoñe los mares o les instamos a que compren métodos anticonceptivos no nos servirían para nada. Es decir como ahora, pero peor. Yo, por ejemplo, no hubiera podido escribir este artículo.
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