Por una vez me siento identificado con las conclusiones de un estudio no relacionado con los chimpacés ni con las cobayas. En nuestra vida cotidiana apenas nos movemos en un radio de diez kilómetros. Lo cierto es que a mí me sobran casi nueve. Tengo el trabajo a doscientos metros de casa y la correa extensible de mi sultán apenas llega a los cinco. Con decirles que cuando cojo el autobús para subir a Sol, apenas tres paradas, me llevo la tartera para comer en el viaje les digo todo. Jamás me apeo de la bicicleta estática no vaya a ser que la ponga ruedas, me aleje del barrio y me tengan que venir a rescatar o me contraten para el reality 'Supervivientes'. Y eso en la Casa de Campo. Déjate que uno tiene sus traumas infantiles. En una ocasión me subí todo valiente a una morera y luego era incapaz de bajar hasta que las piedras que me lanzaban mis colegas del barrio me obligaron a emular a Tarzán. Sin liana, eso sí. Menuda hostia. Así es uno. Intrépido como el que más. Dispuesto a viajar al litoral español y correr el inmenso riesgo de cogerte una salmonelosis comiendo ensaladilla rusa en un chiringuito. Qué se le va a hacer. Otros hacen puenting. Soy de natural amante de la aventura. Tengo hasta amigos que alguna vez se han ido de vacaciones a Yemen. Como se lo cuento ¿Yemen? Qué necesidad. También me ha ayudado mucho mi pánico a volar, digo en avión ya que al estilo de Leonardo con más de noventa kilos se antoja complicado, y que con las nuevas medidas de seguridad de los aeropuertos uno se puede pasar la mitad de su tiempo de ocio pasando por el arco hasta que te das cuenta que lo que te pita es la prótesis de platino del miembro. Un jaleo. Mejor ir donde va uno siempre ¿Hay algo más bonito que te traigan la paella y que te digan que aproveche don Germán? Así, por tu nombre de pila, sembrando la envidia entre el resto de los turistas. De tú a tú con el camarero hasta que se tropieza con un cubo y una pala y te pone perdida la pechera de tinto de verano. Excelso.
5 de junio de 2008
29 de mayo de 2008
PLAYAS CON APROBADO RASPADO
El Parlamento Europeo nos ha bajado la nota en la asignatura de playas. Dicen que tienen menos calidad. Cómo se nota que la Obregón ha suprimido su posado en Ibiza. Eso nos ha recortado mucho la media. Daba mucha categoría esa figura tan natural de Anita con sus pechos limítrofes con la barbilla y la respiración contenida con la destreza de un fakir. Lo atribuyo a esa circunstancia por no ser vanidoso porque bien podría achacarlo a que un servidor ha dejado de usar tanga en señal de respeto desde que nos abandonó Lauren Postigo (míticas fotos aquellas). También he renunciado a ir a playas nudistas y no por evitar avalanchas humanas para contemplar tal prodigio. No llego a ser tan fantasma. Si he dejado de ir es porque con los años me he vuelto malhumorado y me cansa ir saludando a cualquier extraño que se cruza conmigo en pelota picada ¿No se han fijado? A mí me ha pasado. Estás con el meyba en medio de la vorágine y sólo se fijan en tí para ver si mueves el culo un milímetro o quitas el cassette empotrado de tres cuerpos y pueden ubicar la nevera en el espacio liberado, pero, amigo, vas a una calita nudista y no paras de saludar de buen rollo. Sólo falta hacer la uve con los dedos. Debe ser el hecho diferencial. Nunca he sido muy de liberar mi anatomía en el litoral ni casi en ningún sitio. A lo máximo que he llegado es a que no se me olvide quitarme los calcetines en las refriegas sexuales. Bueno, para ser riguroso, ahora lo que casi he olvidado han sido las refriegas y los calcetines los tengo perfectamente ordenados en el cajón. La vida del escritor es así de solitaria para todo. Ya me entienden. Es lo que tiene el paro biológico y entregar tu vida al intelecto. He de confesar que hubo un hecho casi traumático que me retrajo del nudismo militante ¿Han visto a dos tíos jugar a las palas en pelotas? Esos movimientos pendulares, a los que confieso que no pude abstraerme, me produjeron bastante repelús. Claro que mejor jugar a eso en ese estado que a churro media manga manga entera ¿No saben cómo se juega? Investiguen... ¿A qué da yuyu?
Publicado por
cambalache
en
5/29/2008
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Etiquetas: ana obregón, juegos, playas