17 de abril de 2009

JUBILETA A LOS OCHENTA

A ver si, ya que rompen a pensar, algún día les da por jubilarnos a los cuarenta años o por fijar una semana laboral de siete horas tres cuartos con media hora diaria para el bocadillo. O tienen algún detalle como darnos la cesta de Navidad sin turrón de yema también en Semana Santa. Pues no hay manera. Sesenta y cinco horas y jubileta a los sesenta y siete. Ya puestos nos llevamos el donette de casa y no bajamos a desayunar. O nos compramos nosotros los folios en vez de mangarlos de la oficina. O cambiamos la siesta por un plus de productividad ¿Quién les ha dicho a ustedes que nos gusta trabajar? Yo ya me cuido de no caer en esas tentaciones pero ustedes deberían hacer lo propio. No debe ser casual que esta idea parta del gobernador de un banco y no de un peón albañil o de la asistenta de Naomi Campbell. No es lo mismo estar dos añitos más de cumbre en cumbre financiera que picando zanjas en julio en Écija o bajo la amenaza de que te tire un móvil a la cabeza tu señora modelo. Que le obliguen a la Familia Real a prorrogar un bienio más sus estancias en Baqueira o los rulos oceánicos en el Bribón admito que es muy sacrificado pero que me digan a mi que tengo que ir dos años más a fichar al Ayuntamiento es intolerable. No les digo nada si además tuviera que currar que alguna vez a punto he estado. Menos mal que me suelo sentar hasta que se me pasa. Aquellos que no tenemos ninguna intención de que nos regalen un reloj por los treinta años de servicio a la empresa ni ganas de colaborar al desarrollo y prosperidad de nuestro país nos sentimos a menudo unos marginados sociales. Uno no llega a entender por qué no cuenta con subvenciones estatales la contemplación de la vida. Confucio lo hacía y le citan hasta en el taco Myrga. No está nada bien que cuando la mayor aspiración de uno es magrearse el níspero frente al mar mientras se zampa una fritura de pescaíto no pueda solicitar ayuda ni subvención alguna para sentirse realizado. Si quieres montar una empresa te conceden un crédito blando pero si simplemente te quieres tocar los huevos antes de que te los toquen a ti con una de estas brillantes ideas no te financian ni el tinto de verano. Y mira tú que les saldría mucho más barato. Pues en esas no está el señor gobernador. Por mi, así se lo digo, como si quiere usted dar el callo hasta los ochenta y convertirse en el Papuchi del sistema financiero patrio. Siempre y cuando a los demás nos deje un poquito en paz. No nos habrá visto a nosotros ir a su despacho a hacerle la contabilidad o a cotillear el Euribor. Mariano ya ha dicho que ya está de acuerdo pero no es una opinión muy ilustrativa. En su caso se trata de rascar un par de añitos más a ver si alguna vez llega a ver el final de la Liga en el salón del Palacio de la Moncloa. En esta espiral de medidas imaginativas se me ocurre también que podían establecer un juego de compensaciones. Por ejemplo que todos los años que Fraga lleva de más me los quiten a mi o todos los de menos que lleva Potxolo se los carguen en la cuenta del señor Fernández Ordoñez.

2 comentarios:

paredes dijo...

Solo en mentes explotadoras y canallas, puede estar la idea de aumentar las horas de curro y los años de idem, cuando hay paro.Y ahora que aumenta vertiginosamente, ni te digo.

Félix Chacón dijo...

Nuestra mentalidad de burros de carga siempre me ha hecho dudar de que seamos seres tan evolucionados. Nos han educado para trabajar y creemos que la vida no puede ser de otra manera, pero entre Confucio y Potxolo probablemente encontraríamos muchas formas alternativas de tomarnos la existencia sin tanto servilismo. Los griegos se dieron cuenta de que el tiempo libre era necesario para desarrollar el pensamiento. Una sociedad con poco tiempo libre, por lo tanto...