17 de marzo de 2009

REGRESO AL PASADO

Por más que me palpo no me encuentro el acné juvenil. Leo en los diarios el agrio debate sobre el derecho al aborto y una sentencia que habla de Amedo y de Vera pero no llevo pantalones cortos ni he sido nunca adicto a las drogas. O sea que tiene que ser verdad que son informaciones del día. Cualquier mañana nos despachamos con un titular sobre alguna remodelación en el gobierno de Viriato. Qué fatiga. A cualquiera le puede parecer reprochable leer el periódico en el curro pero cuando uno tiene que hacerlo por obligación a veces añora no ser mecánico fresador. Qué oficos, señor, qué oficios. Entiendo que los señores obispos carguen contra el aborto. Lo que no entiendo nada es que tengan eco fuera de sus cortijos mediáticos. Se me antoja una cosa tan antigua que ni siquiera merece mayor esfuerzo que la indiferencia. El aborto es un derecho de la mujer. Y punto. Así de taxativo ¿Para qué malgastar energías en tratar de convencer a quien no lo va a hacer jamás? ¿A quién le importa la opinión de la jerarquía eclesiástica? ¿A sus clientes? Pues eso. Lo malo es que también pesa en gobiernos en los que no tendría que pesar. Gobiernos que deberían anteponer su ideario a un puñado de votos. Sólo desde el sentido común, tan alejado de los dogmas, se puede asegurar que abortar es una decisión tan dura y dolorosa que únicamente se asimila desde la más absoluta necesidad de hacerlo. Y desde el más absoluto respeto a las decisiones personales de cada cual. Ni siquiera la ciencia, que tanto se esgrime como espantajo de la imposición y la intolerancia, puede explicar esos durísimos sentimientos. Menos aún quienes, en aras de una salvación que nadie les pide, se atreven a meter sus mitras en asuntos ajenos. En Madrid, el alcalde Gallardón, tan progresista él, ya les ha dado permiso para que levanten en una zona histórica moles de cemento para que construyan su Vaticano castizo ¿No tienen bastante entretenimiento con dibujar los planos y repartirse los despachos?

1 comentario:

paredes dijo...

Vera fue por derecho a la trena, pero Trillo y cia no van al trullo ni por lo torcido.