¿DE QUÉ DIMITIRÁ FRAGA?

El destino, tan sabio como ilustrativo, ha querido que el trigésimo cumpleaños de la Constitución haya coincidido con un vendaval de tolerancia y buenas maneras. Quien vota a la derecha es tonto de los cojones. Hay que matar al Borbón. A los nacionalistas hay que colgarlos. No me digan que en este escenario, para talante el del difunto Jesús Gil. Como no podía ser menos cuando le llega el eco de un rebuzno ha sido don Manuel, más Fraga Iribarne que nunca que diría Maruja Torres, el penúltimo en subirse a este carro de concordia. Es una inmensa suerte que este gran hombre sea padre de la Carta Magna. Se ve que el espíritu de su redacción se le quedó más ahormado que el bombín que lucía cuando era embajador en London. Todavía no se ha dado el caso pero sin duda se dará. El PP, en una reunión de urgencia, pedirá la dimisión de su presidente fundador por desear que a Carod le cuelguen los huevecillos del dedo de la estatua barcelonesa de Colón. Sólo es cuestión de esperar. Yo sé que debe doler una barbaridad reprochar este feo a quien no deja de ser el espíritu mastodóntico del centrismo más refinado. Fraga fue ministro con Franco pero es que, por aquel entonces, desconocía ser un demócrata de toda la vida si descontamos ese alocado paréntesis. Una pequeña lagunilla en la que se sentaba junto a fascistas despiadados porque mucho mejor estar dentro para minar las lacras del sistema. Con ese bagaje de luchador por la libertad, don Manuel, acaso llevado por la nostalgia de los recuerdos que tan perniciosos son en según qué edades, quiere que se ajusticie a los nacionalistas. De momento. Digo que de momento, el PP calla pero, por supuesto, no será porque otorga ¿Qué dice Soraya? ¿Pollella? (Quizás este último interrogante requiera antecedentes que, por supuesto, no tengo ninguna intención de especificar)