7 de julio de 2008

CABREO CONSTITUCIONAL

Hace unos días me 'sustrajeron' la cartera en la Gran Vía. Utilizo el verbo sustraer para estar a la altura de la brillantez léxica de nuestros cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. De no ser así recurriría a 'mangar' o a 'chorar' pero, ya que está en peligro el idioma, a mí por lo menos que no me reprochen nada. A causa de este incidente me hallo en situación de indocumentado. Advierto a las autoridades que, de persistir la ejemplar eficacia administrativa del Estado, así seguiré hasta que mi único salvoconducto para identificarme sea la dentadura postiza o la tarjeta dorada de Renfe. Tiene razón el Papa cuando dice que el infierno existe. Eso es que en alguna ocasión tuvo que renovar el DNI en España. Es imposible evitar que en una gran ciudad te roben, pero de ahí a que la víctima sea tratado como si fuese el delincuente media, o debía mediar, un abismo. No saben la marcha que hay en las comisarías madrileñas en verano. A mí me tocó la de Leganitos. No hace falta que se pague usted clases particulares de idiomas. Basta con que se pase por allí por las tardes y practique con guiris a los que les han quitado hasta el rojo nécora de los hombros propio de su exposición al sol en las terrazas de la Plaza Mayor. Le aseguro que en un par de sesiones sabe usted blasfemar por lo menos en cinco lenguas comunitarias. Es tan larga la espera que de ese cubículo infame decorado con carteles de sanguinarios terroristas han salido parejas estables y hasta familias numerosas. Una vez tienes tu denuncia, algo más de barba y dos o tres patas de gallo adicionales ya estás en condiciones de darte cuenta de que un país no es moderno porque TVE ya no programe en 'prime time' las películas de Pajares y Esteso. Un país es moderno cuando la Administración le ofrece rápidas soluciones y no plúmbeos problemas. Es decir, en este ámbito, Atapuerca es lo más vanguardista que nos podemos echar a la cara. Y encima ni se te ocurra acogerte al derecho constitucional al cabreo porque, entonces, surge ese tratamiento de 'caballero' por parte del policía de turno con el que pretende dejar en evidencia su fina educación y tu descomunal asilvestramiento. Sólo hay una pequeña diferencia. A él no le han robado y a mí sí, él no tiene que pasar ese infame via crucis burocrático y yo sí ¿Sonría, por favor? Venga, coño . Y si no hay gente para atender que pongan más efectivos. Acabo de pagar a Hacienda y por eso acaso esté más sensible.Tengo las suelas de las zapatillas incandescentes del peregrinaje de comisaría en comisaría ¿Me va a pagar Solbes un par de zapatos? ¿Me va a dejar Rubalcaba una sirena de coche de poli para saltarme los atascos? Hasta la fecha lo más tentador que me han ofrecido es pedir hora como si en vez de hacerme un simple carnet fuese a operarme de la vesícula. Qué moderno, señor Rubalcaba. Más que un comisario con plataformas de lentejuelas y la gorra del cantante de los Village People.

3 comentarios:

Dr. De Luna dijo...

Y... ¿Cómo dice usted que se llama, caballero?

Anónimo dijo...

Yo soy responsable de un Registro Civil y a menudo me averguenzo del trato que se le da a los ciudadanos, que tienen que guardar colas que sólo de verlas cabrean. Y no será porque no he solicitado más personal, más medios y todo lo que se considera normal para intentar solucionar el problema. Esto sí que son gigantes y no los de Don Quijote.

Margarida dijo...

Te compadezco colega....eso s� que es una tortura. No por la pasta, que al final es lo de menos, sino por todo ese calvario que te espera de papeleos..Animo, que no decaiga!