1 de junio de 2008

SEGUNDA JUVENTUD

Les mentiría si les dijera que no me ha hecho rejuvenecer al menos veinte años. En otras ocasiones ha sido al contrario. Se tiñe uno las canas, mete tripita, se hace un tatoo en el antebrazo, se compra unos pantalones vaqueros rotos que cuestan el triple que si estuvieran nuevos, se monta en el autobús aireando la entrada para el Festival de Benicassim y ni así cuela ¿Va usted a salir en la próxima? La jodida preguntita que te hunde en la ciénaga de tu cuarentena ¿Cómo que si usted va a bajar, tronco? Al final le trataran de esa manera hasta a Paco Clavel. Estos adolescentes pastilleros no tienen educación ninguna. Qué falta de respeto ¿Acaso tratan de usted a los marcianos de la Play que es con lo único que se relacionan? En fin. Les decía que, por fortuna, no siempre tiene uno que padecer semejantes afrentas. Esta mañana, sin ir más lejos (qué necesidad con lo bien que se está en casa) me pasó justo lo contrario. Andaba de paseo con mi sultán por la Ciudad Universitaria (por cierto, no encontré ninguna prótesis abandonada en el auditorio donde cantó en fechas recientes Raimon) cuando un joven me abordó de manera educada ¿Sabes por aquí quién pasa porros? Así sí, amigos, así nos entendemos. De coleguita a coleguita. Ese muchacho no halló en mí ningún síntoma de decadencia que delatara que un servidor ya se marea hasta con el humo del poleo. Él, sin embargo, aguantaba bien porque fumado debía ir hasta las trancas. Sólo así se entiende que buscara un camello de guardia en una facultad un domingo. Ya pueden decir lo que quieran los rectores. Las universidades, ayuntamiento de saberes, no han cambiado tanto. El primer saber es saber quién pasa hachis. En mi época de esas tareas se encargaba un tal Larry que tenía la base de operaciones en la misma cantina. Llegaba por la mañana, se pedía un cafetito, sacaba los naipes y por ahí iban pasando tahúres y consumidores. Con mis propios ojos ví en más de una ocasión cómo sacaba la balanza de precisión con total descaro para pesar la mercancía. Nada de sisar al cliente. Todo un profesional. El viernes la cola, que llegaba desde la cafetería al campo de rugby, un par de kilómetros más o menos, estaba compuesta principalmente por peritos agrícolas, ingenieros y demás técnicos que trataban de olvidar durante unas horas todo lo que tenían que estudiar para llegar a ser unos parados con conocimientos. Una mañana se lo llevó una pareja de policías secretas. Para hacerse una idea de lo gilipollas que pueden llegar a ser alumnos con estudios superiores, pese a la insistencia de mi madre en ser uno de ellos, se convocó una asamblea para solidarizarse con el 'pobre' Larry. Puro corporativismo entre futuros profesionales liberales. El 'pobre' Larry se limitaba a tocarse el bolo de sol a sol mientras sus bolsillos se llenaban con la misma frecuencia que su barriga con la ingesta continuada de botellines. Pobre hombre ¿Qué sería de él? No quiero ni pensar que al final se tuviese que poner a trabajar o, mucho peor, aprobase la carrera y acabase siendo periodista. Intolerable. Todo un martir del buenrrollismo.

1 comentario:

Margarida dijo...

Venga hombre!!!. Te recomiendo que veas todo un clasico del cine espa�ol...del mitico Martinez Soria y que rezaba asi: "Estoy hecho un chaval". No se a ti, pero a mi el tio me parte y eso que vi "cienes" de veces sus peliculas. Es lo que tiene ser de pueblo...Buenos dias!!.