22 de mayo de 2008

JODER CON EL LORO


Si tiene pensado renovar el GPS por si no se acuerda de cómo llegar a Torrevieja o, simplemente, por si en la próxima cena de Navidad de la empresa se cuece de nuevo y no sabe llegar a casa, le aconsejo que lo medite antes de tomar una decisión. Si me permite la interferencia en un asunto de tal calado yo le aconsejaría que se comprara mejor un loro. Eso sí, con los mismos conocimientos geográficos que el pajarraco que encontraron perdido en un aeropuerto de la provincia de Chiba en el centro de Japón. Yosuke, que así se llama, fue descubierto por la policía nipona metido en su jaula sin que nadie reclamara su propiedad. El loro, tan pancho él que al parecer se hacía la manicura con el pico en el momento del hallazgo, se limitó a dar su nombre a la policía ya que no tenía 'a garra', valga la expresión, el DNI. Los agentes, tan asombrados que incluso abrieron tanto los ojos que les confundieron con policías europeos, le llevaron a una clínica veterinaria para pasar una revisión. Si hubiera sido en España hubiera habido hostias entre ellos para ver quién se lo quedaba como regalo para la suegra con objeto de volverla tarumba con tanto parloteo, pero hablamos de un país serio. Yosuke, ya con su médico de cabecera de testigo, facilitó su dirección exacta con el número de calle incluido. Con dos cojones. No sé si los loros gastan pero, en todo caso, con lo que corresponda. Al mérito intrínseco de este suceso se suma que Yosuke pertenece a la raza de loros grises africanos y que, aun siendo originario de aquel continente, se sabía el nombre de la calle en japonés. No me digan que no es más prodigioso que la pequeña Melody. Si por mí fuera, propondría que, tras su fallecimiento, le disecaran y se lo pusiesen encima del hombro a la estatua de Cristóbal Colón para saber de una vez por todas si con el dedo séñalaba o no señalaba a América. Al ser devuelto a su dueño, tan tranquilo como su loro, éste mostró su confianza en el regreso ya que, según argumentó, el loro vuela poco y además le había adoctrinado con esmero en el callejero. No se extrañen de que el propietario le abandonara a propósito entre las maletas del aeropuerto para evitar tener al loro todo el día repitiendo la dirección de la casa mientras hacia el sushi. De todos modos, ya que se puso tan didáctico le podía haber enseñado a adivinar los números de la primitiva. Así por lo menos nos podría sacar de pobres en vez de sólo aspirar a ser taxista o un buen cartero. Para eso mi sultán, que vive como un señor aunque no sepa dónde.

1 comentario:

Margarida dijo...

Pues ya veo a Rajoy fichandole para el nuevo equipo...dio mas muestras este loro de inteligencia que todo el congreso del PP reunido!!