27 de marzo de 2008

UN JUICIO PLÁCIDO

Olvídese de contar ovejas o de tomarse una valeriana o de leer las conferencias de Josemari si tiene insomnio. Hágase delincuente y déjese atrapar. Nada como un buen juicio para quedarse sopa. Le ha pasado a Fujimori y casi tienen que dinamitar el Palacio de Justicia del Perú para despertarlo. El juez ha tenido que sustituir el tradicional mazo por unas campanitas, casi cencerros, con los que devolver a la vida al ex presidente. Se le nota que anda muy preocupado por la sentencia. Vamos que le condenan a garrote vil y le pide como último deseo al magistrado que le concedan una almohada de plumón de ganso y que le dejen cinco minutitos más. Al fin y al cabo le llevan a juicio por vulnerar los derechos humanos y no resulta un buen ejemplo vulnerar su derecho inalienable a la siesta. Seguro que Fujimori está en contra de esos juicios rápidos en los que a uno no le da tiempo ni a dar una cabezada. Con lo bonito que es aderezar con unos ronquidos el alegato final del fiscal. Ya saben, esas parrafadas en las que un tipo togado les pone perdidos de perdigonazos al jurado mientras relata lo pérfido que es el acusado. Eso es en las pelis, claro está. Luego los juicios de verdad son mucho más aburridos. Que se lo pregunten a Fujimori.

1 comentario:

Merche Pallarés dijo...

Esto me ha hecho recordar cuando llevaba grupos de japoneses a un tablao flamenco en Barcelona, y en medio de los taconeos, palmas, castañuelas, en fin, un ruido infernal... los japoneses se dormían plácidamente... Son un caso. Besotes, M.