18 de marzo de 2008

EL MILAGRO DE BENEDICTO

El Papa Benedicto ya ha obrado su milagro. Después de una audiencia a veinte reclusos italianos ha desaparecido uno. Esa panda de ateos que conforman el cuerpo de carabinieri sospechan que el reo huyó a una casa de lenocinio al calor de ese acto pontificio pero seguro que la versión es mucho más celestial. De hecho, seguro que Angelo, ningún nombre más idóneo, levitó presa del arrepentimiento de sus fechorías y a estas horas está a la derecha de San Pedro jugueteando con ese llavero que tantos recuerdos le trae de cuando estaba en el trullo. Así dicho puede antojarse inverosímil pero estamos hablando de milagros. No descarten incluso que la onda expansiva de este suceso asombroso le haga decir alguna cosa sensata a Rouco Varela. No desesperen. Di Gennaro, que así se apellida el ahora querubín, era un preso ejemplar. No quiero decir que fuese muy chorizo sino que se portaba bien en la prisión. Claro que si por portarte bien te recompensan con un encuentro con el Papa a uno le entran las dudas de tal modo que al volver al talego de lo que tiene ganas es de organizar un motín. Todavía si te llevaran al Parque de Atracciones o a conocer gratis a Scarlett Johansson (qué fijación) o te impartieran una conferencia de formación profesional con Julián Muñoz pues todavía. Pues nada. Os habéis portado muy bien. Os vamos a llevar a conocer al Papa. Qué marcha. La ilusión de todo preso privado de vicios durante meses. En fin. Como presente le llevaron una gorra que Benedicto se ahormó durante unos segundos imagino que después de haberse despojado de la mitra. Es muy común que este Papa se calce cualquier tocado que le acerquen. Yo le recuerdo hasta con un tricornio. En efecto, estremecía.

2 comentarios:

paredes dijo...

Con tricornio y con cruces gamadas.Todo un ejemplar este pájaro.

Merche Pallarés dijo...

Me alegro de que el preso se fugara. Qué cruz para los pobres presos tener que aguantar al Benedicto este. Besotes, M.