1 de noviembre de 2007

LIGUES DE ALTOS VUELOS

Quizás es que quienes fuimos latin-lover vemos las cosas más sencillas. Acaso es que nuestra prodigiosa anatomía nos allanó mucho el camino o que nuestros desbordantes encantos bastaban para camelar a una churri sin más necesidad que invitarla al cine. Sea por estas razones o porque uno ya anda fuera del mercado, en paro biológico, harto de las esclavitudes que comporta haber sido un sex symbol y que a uno sólo le quieran por su físico, sea por lo que fuere, el caso es que desconocía lo difícil que se ha puesto el arte del ligoteo. Cómo será las cosa que una compañía aérea de esas que te ofrecen por catorce euros un viaje de ida y vuelta a Moscú, un busto de escayola de Lenin, dos filetes rusos y una botella de vodka de garrafón (por ese precio no la querrá de marca) ha lanzado una oferta de citas rápidas a bordo de un avión. Yo se lo cuento por si está harto de quedar en el chino del barrio con su pareja para hablar de las ofertas del Carrefour con los del segundo b o de por qué es fundamental ir en chandal para dar la vuelta a la panceta en la barbacoa de obra. Quien sabe si ya la cansa tanto riesgo y aventura. En una primera fase se apunta y rellena un formulario para que se hagan una rápida idea de su personalidad (www.skydate.es) ¿Es propenso a la flatulencia? ¿Lleva unos dados de peluches colgados del retrovisor? ¿Ha tuneado la Termomix? ¿Ha preguntado tras la coyunda cómo ha quedado el Madrid? ¿La mayor sopresa que la ha dado a su pareja ha sido comprarle un huevo Kinder? Y así unas cuantas más que no tiene la obligación de contestar más allá de la prudencia. La estadística de los gatillazos, por ejemplo, siempre en la letra pequeña. No lo olvide. Una vez elaborado el retrato robot los pasajeros suben al avión, vomitan después del zumo de naranja y tienen cinco minutos, ni uno más ni uno menos, para saber si la cama de matrimonio del hotel, que ya ha abonado por adelantado, va a servir para algo más que para dejar estirados los trajes encima de la colcha. En ese tiempo la chica permanece sentada y, frente a ella, van pasando los chicos que la pretenden. Como en la oficina del Inem con la diferencia de que en vez de buscar un empleo estable buscas un fugaz kiki y con la similitud de que es muy posible que no encuentres ni una cosa ni la otra. Después de la ronda viene la selectividad y las calificaciones. Todo muy natural. Se pregunta si deseas ver a esa persona en otra ocasión y se facilitan los perfiles de aquellos más afines a lo que buscas. Vamos que no sabe uno si va a ligar o a opositar para notario. Un jaleo ¿No sería más fácil abrazarse directamente a los pechos con la excusa de alguna turbulencia? Pues no crean, los vuelos van a tope. Con lo bonito que era darse el filete en un seiscientos con la palanca de cambios incrustada en las ingles. Qué tiempos.

1 comentario:

Margarida dijo...

Amigo, no sé de donde las quitas...pero lo próximo ya será que en vez de gachós, vayan desfilando los Mazingers y Robocops de turno al son de una canción de Marujita...¡ni Buñuel conseguiría tanto surrealismo como el que plasmas aquí cada día!. Un biquiño, fenómeno!!