LA REINA DEL GLAMOUR

Ya era hora de que alguien desfaciera tamaño agravio. Han hecho falta ochenta años pero al final la justicia ha imperado. Vogue ha incluido a la reina Isabel entre las mujeres con más glamour de la Gran Bretaña. Sólo falta que hagan lo propio aquí con Julián Muñoz para restablecer el orden que nunca se debió desbaratar ¿Qué país de Europa o del mismo mundo puede presumir de haber elevado a la categoria de mito de la moda los pantalones de cuello alto o la mariconera de escay? Pues eso. Nuestro Julián. Si Vogue ha sido capaz de elevar a la cumbre del estilo a una señora tocada con unas pamelas que parecen mismamente una cesta de Ferrero Rocher que le ha caído en la cabeza desde un quinto piso, qué no hará con Marichalar y sus capas o sus simpáticos sombreritos de inspector Gadget. Qué no hará con Josemari y sus polos ribeteados en el cuello con la bandera de esta gran nación llamada España mal que les pese a muchos. El problema es que aquí somos más del Pronto que del Vogue y eso nos margina del top ten de los países glamourosos y estilosos. Si no de qué. Anda que tendrá la reina Isabel los rollos de papel higiénico de 'bukinjan palas' forrados de ganchillo o un azulejo a la entrada con la leyenda 'God bendiga cada rincón de este home'. Pues eso. Y luego se van al derby de Ascot con una mesa camilla o una antena parabólica habilitada como pamela y se creen lo más de lo más. Donde esté una txapela con rh de serie que se quiten esos espantajos. Claro que tampoco se puede esperar mucho de gente que considera alta cocina un muslo de pollo recalentado y unas after eigth de postre. Cómo andará el nivel que la Reina comparte alineación con Naomi Campbell que de glamour no sé qué tal pero de mala hostia va sobrada. Cualquiera no la mete en la lista. Capaz es de presentarse en el despacho del director de la revista, introducirle el teléfono por el esfínter y dejar puesto el manos libres para que se le irriten las almorranas con las vibraciones de la voz. Ya saben que ella es muy de tirar el móvil pero no para reciclarlo sino para abrir la cabeza a su asistenta. En eso sí que tiene estilo la jodía.