BICIS 'MU' PERO QUE 'MU' RARAS

Hace una semana el alcalde de mi ciudad inauguró con la solemnidad que el acto requería un aparcamiento para bicicletas. A pesar de que por su juventud no pudo vivir en París el Mayo francés él siempre ha estado imbuido de ese espíritu que clamaba en las paredes por llevar la imaginación al poder. Fíjense si lo habrán llevado a las últimas consecuencias en su partido que tienen hasta esperanzas de que Mariano gobierne (bueno, él, en concreto, para nada). Digo lo de la imaginación porque los cinco hierros lo mismo pudieran servir para amarrar la bicicleta que para atar la correa del chucho que para dejar las maletas mientras te comes unas bravas que, si su estatura escueta lo permite, para hacer unos ejercicios gimnásticos de paralelas. Incluso si pone un tablón de aglomerado sobre las herraduras puede celebrar un cumpleaños en plena calle. Le creimos hasta que hoy hemos visto que, como él también predica, Madrid es una ciudad ciertamente de vanguardia ¿Han visto que bicis más raras? Ven a Madrid, cuna del diseño posmoderno. Eso sí, si tengo que subir con ese armatoste el Alpe D'Huez lo va a subir Rita la cantaora. Y a mí que me parecen contenedores de basura. No sé a usted. Si así fuera tampoco hay que ser pesimista. Podemos rodar por la Castellana y tirar las pipas en el recipiente. Así no contaminamos más la ciudad y quedamos como unos vecinos de lo más cívico. Ahora ya me he hecho un lío. No sé si tengo que dejar la bici en el cuarto de las basuras. Para ser sincero no tengo bici. Tenía una estática pero debe andar debajo de todas las chaquetas que colgaba en el manillar. Como soy un ser desgraciado me compré una de montaña y antes de estrenarla me la robaron. Como lo oyen. Al final, por despecho, tuve que comprarme un coche. O sea que si le atufo con el tubo de escape que sepa que no lo hago con maldad. Son los posos del resentimiento.