22 de julio de 2007

RECUERDOS

Como soy un clásico estoy preparando una selección de los más de seiscientos artículos (madre mía, por algo debo tener la cabeza tan gorda; lo que me ha dado de sí) que he publicado en estos casi dos años de blog. Se cumplirán en septiembre y mi intención es pasar a papel aquellos que más me han gustado. Un librito de toda la vida, vamos. Ayer comencé el 'casting' y me encontré uno que algunos ya habrán leído pero que repesco hoy porque me pareció entrañable. Ya ni me acordaba. Si piensan que lo hago también por pereza puede que no anden desencaminados. Ahí va. Es una oda a las Caligrafías Rubio de mi (nuestra) niñez.

"Cuántas tardes con el antebrazo izquierdo sobre la mesa de formica, la barbilla apoyada en él, la lengua medio asomada y la mano derecha garabateando sobre los renglones rectílineos de las caligrafías Rubio. Madre vigilante para que no me desviara de ellos ni de ese futuro que ansiaba para sus hijos. Todo aquello que a ella le negó la vida. Que mis niños tengan todo lo que yo no tuve. Tantas cosas. Ella fregando escaleras, colegios, pisos por horas, por días, por meses. Haciendo las tareas de nuestra casa en los escasos ratos que le dejaban las fatigas de sus muchos trabajos. Y yo, allí sentado, inquieto, apresurado para acabar aquella copia y salir a corretear por los caminos de aquel arrabal que a mí me parecía el paraíso. La borra Milan nata que olíamos y mordíamos cuando nadie nos veía, las cuartillas de dibujo de Emilio Freixas, las cancioncillas con las que aprendíamos los ríos de esa España una, grande y libre. Cuánto recuerdos imborrables de aquella patria de la infancia. De un tiempo gris que sólo los ojos de un niño podía colorear. Madre se peló las rodillas de tanto fregar, a mí me dolía la mano de tanto escribir. Ahora, benditamente viva, no retira mis novelas de encima de la mesa. Las deja allí tontamente por si alguna vecina le pregunta o, sin que lo haga, ella pueda alardear de un orgullo de hijo que se ganó con mucho sudor y muchas lágrimas. Mi madre son muchas madres a las que este país, ingrato casi siempre, no les ha hecho justicia. Las mujeres que, acaso sin saberlo, fueron pioneras por vocación u obligación en salir de sus casas para ganarse los garbanzos fuera de ese coto de sumisión machista. Gente valiente que, sin embargo, estaba llena de miedos. El fantasma de la guerra, el hambre, las estrecheces, la falta de futuro. Caligrafías Rubio sobrevive en la era mágica de la informática y yo que me alegro. No sé si por la ruta de sus líneas caminaba ya mi vocación. Yo era más de jugar, de canicas, chapines, flechas improvisadas con varillas de paraguas, pero, quizás entre don Enrique, el patrón que alumbró nuestra correcta ortografía, y la tenacidad de mi madre, algo tuvieran que ver. En lo que me corresponde, mi sincera gratitud".

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Quien no es agradecido -dicen- no es bien nacido. Seguramente el señor Rubio, si es que fue él quien inventó esas caligrafías, si levantara la cabeza hoy le daría un patatús grandote si tuviera opción a leer los distintos geroglíficos egipcios que ni Champollión los descifraría escritos en los distintos sistemas de comunicación -por ejemplo: el teléfono celular-.

Efectivamente tu madre... fueron muchas madres. En mi caso fue mi abuela.
Bendita abuela.
Un beso grande, abuela, allá donde estés, bonita, que sepas que jamás te olvido.
César

Anónimo dijo...

Me ha emocionado este articulo, es un homenaje a una o varias generaciones de españoles que con su esfuerzo y humildad consiguieron que sus hijos tuvieramos una vida mas facil.

cambalache dijo...

Claro que SÍ. Me alegro mucho de haber compartido estas emociones. Un saludo y gracias

Anónimo dijo...

Me emocionó la primera vez que lo leí y me ha vuelto a pasar lo mismo.Entrañable y sincero artículo.

paredes

Anónimo dijo...

Me gustaría que mis hijas cuando sean mayores sintieran por su padre algo parecido a lo que tu transmites respecto a tu madre. Un abrazo.

cambalache dijo...

Otro fuerte amigo.

Alicia dijo...

RUBIO, joer, que bueno. A mi la caligrafia vale, me gustaba pero los de sumas, restas, multiplicaciones... esos cuadernillos eran infernales.

Muchos maestros modernos dicen que hacer cuadernos de ortografia no es didáctico, debe ser mas didactico escribir en el Word, no se.