15 de junio de 2007

Pantalones a media asta

Menudos son ellos. Estamos que lo tiramos. Basta que se inicie una Cruzada contra el top less y el tanga en las playas para que ellos vayan aún mucho más lejos. En un pueblo de Louisiana han prohíbido los pantalones anchos para que su holgura no deje a la vista la ropa interior. En caso de violar la ley te puede caer una multa de trescientos euros e incluso pernoctar hasta seis meses en el trullo. Es decir que por un sencillo proceso deductivo, a Cachuli, en honor a sus pantalones de cuello alto, le pueden nombrar hijo adoptivo de Delcambre que así se llama este entrañable pueblecito. Dicen las autoridades que lo hacen para que los jóvenes se cubran sus partes vitales. Yo creía que hablaban del cerebro pero al parecer hablan de órganos que habitan justo por debajo de la cintura. Deben ser los mismos con los que piensan estos individuos a juzgar por el singular decreto 'antipantacas'. Si vas por las calles de este paraíso de tolerancia y modernidad has de saber que si por la flojera se te caen los pantalones al mismo tiempo es posible que se te caiga el pelo y que acabes sentado en el banquillo con unos pantalones de tergal anudados a la altura de la sobaquera. Aquí en España también se lleva mucho esta moda a la que no me voy a sumar entre otras cosas por la enorme dificultad de encontrar unos pantalones tres o cuatro tallas por encima de la mía. Hablaríamos ya de una prenda que igual vale como pantalón que como carpa del circo Price. No crean que no me gustaría no tanto por estética como por hallar en esta tendencia aspectos prácticos a tener muy en cuenta. Por ejemplo la facilidad para acometer un imprevisto revolcón erótico festivo en el caso de surgir. Ya saben que más de una pasión se ha enfriado a la hora de quitarse el (puto) cinturón y que incluso casos se han dado en el que ella, durante la espera, tiempo ha tenido de limarse las uñas. Con estos pantalones basta con arriarlos para proceder a la faena. Un chollo. No quisiera acabar sin aportar unas pinceladas didácticas que me han resultado curiosas. El origen de esta moda se remonta a las cárceles norteamericanas. En el reparto del uniforme de presidiario, los reos tenían que conformarse con lo que les dieran (bueno podías pedir uno de Armani pero casi seguro que no te hacían ni caso). Como está prohibido el uso del cinturón, la mayoría llevaba los pantalones a la altura de la rodilla. Cuando salían mantenían esta imagen para dar a entender al resto que venía del talego y que cuidadín con él que igual que había salido podía volver a entrar. Ya saben algo más por el mismo precio.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Por estas tierras no para de llover y estropearse las cerezas.Me temo que a más de uno se nos caerán los pantalones por falta de chicha.Menos mal que ( de momento) no nos ponen multas por enseñar el culete.

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