14 de junio de 2007

Cosas de manuales

Qué humillante. Un grupo de científicos han descifrado el uno por ciento del manual de instrucciones del genoma humano y yo no he logrado pasar del índice del manual de instrucciones de mi nuevo móvil. Tampoco es que el porcentaje sea para tirar cohetes pero, aunque desconozco todo del genoma, intuyo, por el eco que ha tenido la noticia, que el descubrimiento debe ser la repanocha. Tengo ya pocos vicios. Para ser exacto un par de ellos si por tal se considera la ingesta de gominolas. Otro son los aparaticos electrónicos. Creo que los enterados los llaman gadgets.

Si soy benévolo conmigo mismo diría que soy un consumidor compulsivo de estos productos, pero para ser riguroso diré que soy medio gilipollas. Como verán, sólo consumo el cincuenta por ciento de mis posibilidades de ser sumamente marmolillo. El resto lo reservo para otras eventualidades. De hecho, creo que el domingo bajaré a La Cibeles a celebrar la Liga de mi equipo (sí lo sé, pero ya es tarde para mi reinserción social). A lo que iba. Me fascinan pero no les entiendo. Me sería muy fácil hacer una comparación con las mujeres, pero me tengo por algo más original.

Además no es lo mismo. Las mujeres me fascinan pero son ellas quienes no me entienden a mí. Una pena. Encima he revisado el listado de la revista People y no estoy entre los diez solteros más deseados. Menos mal que no hacen una lista con diez mil porque me temo que tampoco estaría. Esto sí que no lo entiendo, francamente. Coño, si hasta Marichalar se ha casado con una infanta.

Les decía que me he comprado un móvil que, por su tamaño, bien puede servirte como tabla de surf. Me encanta que me relaten sus prestaciones. Más de una vez he exhalado un liviano ronquido entre función y función tal es la duración del monólogo. Como habrán adivinado, además de llamar por teléfono, puedes hacer fotos, grabar vídeos, conectarte a internés, escuchar unas coplas, poner la radio y, aprovechando el verano, si se recalienta la carcasa puedes asar un par de chuletillas de cordero.

Por supuesto el móvil me lo lleve puesto pero estoy a la espera de que me traigan en un trailer los tomos de las instrucciones. Si es muy fácil; todo es ponerse. Y una mierda ¿Dónde está la ranura para echar las monedas? ¿Por dónde sale la foto?

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo de “…las mujeres no me entienden…” me recuerda al chiste aquel del kamikaze que pensaba que el resto de conductor@s iba en sentido equivocado. :)

Saluditos.

cambalache dijo...

Un ejemplo muy elocuente. Un beso

Alicia dijo...

Mi padre fue a la tienda donde se compro su primer movil para pedir que le cargaran la bateria... los hay que se enteran menos, que tú.
A ver si hay suerte y te veo por Cibeles (quise reconvertirme pero no pude) Un beso

cambalache dijo...

Qué bueno. Sí, la verdad es que es un consuelo. Un beso