8 de abril de 2007

Que vuelva Mariano

Irse de vacaciones Mariano y anunciarse el apocalipsis ha sido todo uno. Que vuelva cuanto antes, por Dios. Desde que no habla por hallarse ocupado en la ingesta de una sabrosa torrija nos han anunciado sequías, hambrunas, tornados, epidemias infecciosas, desapariciones de especies y no sé cuántas desgracias más. No es que frivolice con el cambio climático; es sólo que cuando me previenen ante tal aluvión de calamidades me da por reirme. Deben ser los nervios.

Confieso que lo primero que miré al leer acongojado la noticia era la fecha de caducidad del mundo a ver si me pillaba o no. Así de egoísta se vuelve uno. Los agoreros que se han reunido para jodernos las vacaciones, como si no hubiera bastante con el mal tiempo, ya se podían haber esperado a que volviéramos al trabajo. En estado de encabronamiento laboral algunas de las plagas venideras hasta se agradecen siempre y cuando afecten al mismísimo esfínter de tu jefe. Pero delante de unas bravas y con los bermudas puestos saber que te espera tan oscuro futuro pues, la verdad, no tiene puñetera gracia. Por lo tanto, el estudio habrá sido muy científico pero me reconoceran que también ha sido asaz inoportuno.

Tal es mi pánico que ni siquiera me he atrevido a comprobar si entre las especies amenazadas de extinción está el pollo al chilindrón. Sería una auténtica catástrofe. A ver si se me pasa el canguelo y me pongo al asunto. Hasta la llegada de Al Gore, que, como saben, anda ahora muy preocupado aunque se tocó el bolo cuando era vicepresidente de los EEUU, pensaba que el cambio climático nos avisaba de que debíamos dejar la bufanda en casa para coger una rebequita.

No es que me burle de asuntos tan graves. Digamos que conozco mi oficio y uno se harta de que los dramas de las hambrunas y las sequías que azotan a los países más pobres sean relevantes, curiosamente, en períodos vacacionales. Es como si esas tragedias duraran tan solo lo que dura un puente. Y no es así. Llevan siglos para verguenza de los que hemos tenido la suerte de nacer en el sitio adecuado. Ya verán como el riesgo de desaparición de la foca peregrina (si existiese) por el deshielo dura justo hasta que Mariano convoque la siguiente manifestación.

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