24 de abril de 2007

Paraguay no entiende a Yulio


Apenas levanto cabeza desde que sé que Yulio anda desolado. Dice que no entiende a los paraguayos y eso que hablan español. A saber qué pensaran ellos cuando oigan por ejemplo a su hijo Enrique 'osea' Iglesias. A ver quien es el guapo que le entiende y, en caso de ser capaz, casi peor. Osea. Nuestro cantante más internacional, Dios sabrá por qué, volvió después de veinticinco años a los escenarios paraguayos y total ¿para qué? (si ya han soltado el chistecito, prosigo). Pues para ser vejado y humillado. El teatro medio vacío. Y él no lo comprende. Claro que tampoco cavilo yo las razones para que los llene. Quizás sea que artistas tan transgresores y en constante evolución más allá de sus arrugas me descolocan.

Él se debe a su público y sin él no es nadie. Poco importa que por el precio de una entrada para el concierto se pudiera dar la entrada para un bungalow en Asunción. Todo dinero es poco para tener el privilegio de oír los susurros de este cobrador del frac metido a estrella universal. A mí Julito, incluso antes de convertirse en un ninot de cartón piedra, siempre me ha puesto. Desde aquella inaudita confesión sobre su condición de truhán y de señor hasta el mítico y profundo 'Hey' sus canciones han sido parte de la banda sonora de mi vida. Con estos antecedentes a uno cada vez le extraña más no haber caído en los brazos de la delincuencia.

Este pequeño traspiés no evitará que, más pronto que tarde, podamos admirar a padre e hijo juntos en un duo que dejara a Simon & Garfunkel a la altura del duo Sacapuntas. Ya puestos se podían animar también Chabeli y el pequeñín Julio José y ensayar una coreografía tipo Viva la gente o Amigos para siempre mientras la Preysler les anima con sus palmas desde la platea comiéndose unos ferrero roché (entre palma y palma, claro está).

1 comentario:

Anónimo dijo...

A ver si se repite la faena en otros sitios.No se perderán nada.

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