2 de marzo de 2007

¿Merezco estos despertares?

Es lo que tiene el estado de Derecho. Que te da derecho a casi todo. A cabrearte por su aplicación o a utilizarlo como catapulta de tus mezquindades. Saben que no acostumbro a profundizar, ni tan siquiera a rozar, noticias de enjundia que desbordan los límites de mi intelecto. Si hoy hago una excepción es porque tanta patraña y tanta hipocresía estomaga al más pintado. Que venga el señor Rajoy (como ven hoy el apeo del más familiar Mariano por mor de la transcendencia) a bramar que después del traslado de De Juana ya no hay acuerdo posible con el Gobierno es tomarnos por gilipollas. Que yo sepa, de momento, sólo luzco sobrepeso y unas recién estrenadas gafas pero mis entendederas están en perfecto estado de revista. Usted, don Mariano, no habría llegado a un pacto así remataran a De Juana a garrote vil en la Plaza Mayor. Usted no quiere acuerdos para que gane España porque usted sólo quiere votos para que gane usted. Que su buena amiga doña Esperanza Aguirre diga que la prisión atenuada a este asesino es lo más grave que ha pasado en este país desde el 23 de febrero (habrá que creerse que para ella eso fue grave; si lo dice por algo será) es, simplemente, nauseabundo ¿Se ha olvidado en casa junto al rímel los casi doscientos muertos del 11-M? Mucho no los ha tenido en cuenta. No lo digo yo. Lo dice que en tres años no les haya dado a sus familiares ni un euro en subvenciones. Ya sabemos lo caros que son los campos de golf que usted declara de interés general. Qué aristocrático bochorno, señora marquesa. De Juana es un asesino que ha estado dieciocho años en la cárcel por sus asquerosos crímenes. Puede ser poco o mucho o regular; pero es la Justicia quien lo dijo. Yo lo único que digo y lo mantengo es que sentenciar a alguien a doce años por escribir unos artículos se me antoja una barbaridad. Hay quienes interpretan, de manera deleznable y torticera, esta opinión como un ejemplo de tibieza ante el asesino. Allá cada cual con la administración de su imbecilidad. El Gobierno se habrá equivocado o no; pero nada hubiese servido para acallar la voz de los que no escuchan más allá de sus rebuznos. Si les sirve para nutrir su vanidad al menos algo han conseguido. Ponerme de mala hostia.

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