20 de diciembre de 2006

Un belén g (u) ay


Se están perdiendo los respetos. Hace sólo unos días unos gamberros beodos raptan de un belén a San José, a la Virgen y al retoño y ahora, otros degenerados, cuelan a dos Barbies y dos Ken (s) dándose la paliza al lado de los pastorcillos. Ya estaría mal visto por la grey católica que la muñeca Barbie se diera el lote con su churri Ken en tan navideño escenario, pero, a mayor abundamiento y escándalo (es un escándalo, escándalo, es un... no puedo evitarlo) una de las barbies retoza con la otra barbie y el ken anda engarzado con su colega restregando paquete contra paquete. La 'performance' ha sido obra de diputados del partido radical italiano que, de soslayo, ubicaron a los muñecos en el belén del Parlamento sin que les hubieran invitado. Su objetivo era protestar por la prohibición del matrimonio entre personas del mismo sexo. Por supuesto, se ha armado el belén político. Qué si que mal ejemplo para los pastorcillos, qué si una vergüenza hacer esas cochinadas delante de sus Majestades, que si a la lavandera le ha dado un patatús de la impresión, que si la abuela fuma. Ya saben. Digo yo que, puestos a ponernos exquisitos, también nos podríamos preguntar qué tipo de relación une al pastorcillo y a la oveja. Y no digo más. Además ¿cómo le va a importar al niño Jesús que las barbies se lo monten entre ellas si ni siquiera protesta porque le traigan mirra en vez de la Playstation 3? Jesús es tolerante. Estoy seguro que le es igual que le canten un villancico los Niños Cantores de Viena que los Village People. Y si no, cuando dijeron aquello de 'amaros los unos a los otros' haber especificado. O sea que Judas le puede dar un par de besos de mal rollo y los ken no pueden hacer lo propio cuando entre ellos sólo existe amor. El Papa ha dicho que poner el belén es importante, pero, por lo que intuyo, ha dejado libertad para la decoración. Si aplicamos normas estrictas en la composición del dichoso belén bien pudiéramos criticar que el centurión que vigila el castillo sea más alto que la propia almena y a todo el mundo le parece normal. O ver sin inmutarnos como el camello, al lado de los Reyes, parece un chihuahua con chepa. Hay que adaptarse a los tiempos y no digo con ello que los reyes lleguen en el AVE o que San José en vez de carpintero tenga un máster en economía aplicada o que los pastorcillos traigan ya a las ovejas envasadas al vacio. Se me ocurre, por ejemplo, que el pastorcillo sea pastorcilla y la lavandera lavandero. Sería un pequeño paso para el belén y un gran paso para la Humanidad.

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