Me ha venido muy bien que se destapen estas miserias. Estaba a punto de contratar un mayordomo con librea y todo pero el servicio doméstico no es de fiar. Me han llegado centenares de currículos. Uno incluso había trabajado con la Preysler envolviendo en papel púrpura los Ferrero Rocher. Sin embargo, creo que me voy a comprar una vaporetta y, cuando lleguen a España, uno de esos robots japoneses que te lustran la casa y no piden aumento de sueldo. Claro que lo peor no es eso. Más horrible es que te saquen alguna foto hurgándote la nariz para luego venderla o te pongan en el baño alguna grabadora por si se te escapa alguna ventosidad. A mí, poco más. Qué vida tan tediosa. A Alejandro Sanz le iban a delatar por tener un hijo secreto. Por lo menos es más apasionante que lo mío. Un cúmulo de sucesos me ratifica en que la vida del millonetis no es tan sencilla. Desde que 'Espe' dijo que le costaba un pico calentar el palacio por la altura de los techos me he replanteado mi aversión propia del lumpen proletariado. A la Yoko Ono, ya saben la esposa 'multiperformance' de Lennon, también le ha salido rana el chófer. Amenaza con sacar unas fotos comprometedoras de la misteriosa japonesa. Eso sí, con más de setenta años que tiene la mujer, ya le decía yo al tipo que hiciera lo que le saliera de los propios testículos y que, incluso, bien pudiera introducírselas por el esfínter. A ciertas edades uno debería estar de vuelta de casi todo. Como profesional documentado que soy, un periodista-urogallo en vía de extinción, me he molestado en extraer casos similares. Me ha llamado la atención la costurera de Marta Sánchez que, lejos de extorsionarla, optó por despacharse y quedarse a gustico. "Es paticorta, tiene el culo caído y cartucheras", exclamó la señora. Eso sí, por los exabruptos no la cobró nada. No sé si, en venganza, le cogería mal los dobladillos. Un clásico de estas bajezas es el chófer de Rociito. El tal Franco, óptimo apellido para ser un miserable, ha emprendido varios vía crucis por las teles rajando sobre las infidelidades de la pareja o sobre sus deudas e impagos. Con esta clase de chóferes, cada vez estoy más contento de haberme sacado el bonobús. El conductor te mete unos frenazos que te comes la máquina picadora pero, por lo menos, no se mete en tu vida. Como no podía ser menos, la Preysler tuvo también su conflicto. Demandó a su niñera por haberse tomado la libertad de hablar de sus juanetes (esto es verídico aunque, con mi gracejo, bien me lo pudiera haber inventado). Corría el año 89 (mil novecientos claro, que la mujer se conserva pero no tanto) y, por aquel entonces, el 'fotochop' no estaba tan perfeccionado como ahora. En consecuencia, Isabel se agarró un rebote de no te menees. Ahora le hubiera importado menos. No hay más que ver las portadas del ¡Hola!
Paco Miranda, «pianista de oído», in memoriam
Hace 1 semana
No hay comentarios:
Publicar un comentario