21 de noviembre de 2006

A Espe no le llega para la luz

No he pegado ojo en toda la noche. Entre las brumas de las pesadillas la veía levantarse de su cama con dosel, calzarse sus pantunflas de piel de chinchilla y pompones y encaminarse al aseo para empolvarse la nariz. Todo ello sin poder evitar golpearse en el trayecto con el jarrón de la dinastia Ming o la armadura de algún ilustre antepasado. A Espe no le alcanza el sueldo ni para pagar la luz. Allí vive en su palacio inmersa en las tinieblas de la miseria. Ella lo achaca a que las estancias precisan mucho despliegue energético para que se templen ya que, como todo el mundo sabe, la altura del techo palaciego es lo que tiene. Antes de alquilar mi actual morada, a punto estuve de quedarme con el Palacio Real pero fue precisamente ese inconveniente, sumado al trastorno de tener que pasar la aspiradora por el salón de baile, el de juegos, la biblioteca o los cuartos del servicio lo que me retrajo. Y ella callada todo este tiempo. Allí en el chabolo repasando las listas de espera de los hospitales a la luz de un cirio. Qué austera. Qué ejemplo. Cuántos desvelos le debemos a esta mujer. Yo, desde luego, no los merezco. Espe cobra más de ocho mil euros al mes pero no se llamen a engaño. Para empezar a mí me parece poco para todo lo que hace. No hay nada más que ver el informativo de Telemadrid para comprobar que sólo le falta presentarlo porque estar, lo que se dice estar, está en todos los sitios. Sin olvidar que a usted y a mí nos puede parecer un pastón pero ni usted ni yo habitamos un palacio. No se deje llevar por el boato y las moñadas de Sissi Emperatriz. Al final es un incordio. Por ejemplo, que su niño o niña cumple años, pues nada al 'Burrikin', burger XXL para que tengan calorías hasta que pierdan la virginidad, corona de cartón y para casa. Sencillo ¿Y Espe? Que si llamas a los saltimbanquis, a los bufones y a los comefuegos, que si compras los bueyes para que los lleven encima de los hombros los mayordomos, que si invitas al Rey Arturo tienes que invitar a todos sus caballeros, que si patatín que si patatán. Un jaleo. Por eso, antes de lanzarnos a criticar y a criticar, deberíamos ponernos en el pellejo del vilipendiado. Espe ha pasado muchas fatigas. No hay más que verla. Y es una mujer hecha a sí misma henchida de orgullo. Fíjense que, hasta en esta situación de penuria económica extrema, que se sepa no ha recurrido a su tío 'El pelotazos' para que le haga un préstamo con el que afrontar el pago de los recibos. A ese sí que se la trae al pairo. Si le falta algo de pasta, compra un geranio y a los dos días le han recalificado la maceta. Esta confesión, que la honra y la humaniza, se incluye en una biografía que estoy deseando devorar. Una biografía de Espe. Lo que siempre soñé escribir. Desde aquí propongo que no esperemos más y que este tratado de alta política sea lectura obligatoria en escuelas e institutos.

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