6 de septiembre de 2006

200 por la cara

Si alguien se cree muy listo por inventar la fregona, el orinal o el internés ahí va una cura de humildad en toda regla ¿Se imaginan a doscientos comensales irse de gorra de un restaurante después de llenar la andorga? No me digan que no tiene mérito y guasa salvo que seas el dueño del negocio. No voy a pedir el Principe de Asturias al Deporte para los implicados (lo digo por la carrera de obstáculos que requirió la hazaña) pero alguna mención honorífica si podría estudiarse. No olviden que este galardón, que se ha concedido a los Gasol's boys (suena un poco Chuecatown) y yo que me alegro, se otorgó en su día a una afamada tenista por toda la gloria que había dado a nuestro país aunque pagara los impuestos en Andorra. Una cosa es dar lustre a la patria y otra que te escurran el bolsillo. En fin. Pues resulta que un numeroso clan gitano se dio cita después del culto en un VIPs cercano al Rastro. La cosa empezó con la liturgia y acabó en un pies pa' que os quiero. En el entreacto, tumulto, bronca, pequeños hurtos, en suma, un microcosmos de esta nuestra España. Hay que admitir que estos sucesos es extraño que sucedan en otro país y, aunque parezca apología del gorroneo, pues como que a mi me gusta este toque friki y berlanguiano. Si lo hicieran en mi casa me gustaría menos, cierto es, pero como en mi salón apenas entramos mi sultán y yo; no problem. Nadie en su sano juicio se imagina a doscientos suecos corriendo por las calles de Estocolmo después de haber ingerido viandas y licores perseguidos por la autoridad competente. Así, tal lo cuento, pero Ribera de Curtidores arriba se desarrolló el sainete. Algunos chavalillos, hastiados de las conversaciones de los mayores, empezaron a guindillear por los escaparates, se les fue la mano y, como estaban cerca de casa, pues que les dio por correr con el botín. A partir de ahí la trifulca y entre llamada a las fuerzas del orden, intercambio diálectico de altura y acusaciones improcedentes los comensales se fueron escurriendo por la puerta. Así hasta doscientos. Qué arte. Desconozco los preceptos del culto y si es pecado o no dar de comer al hambriento y que éste se pire sin retratarse, pero para otra vez bien podrían comprar unos ganchitos o unos pistachos que está feo lo que han hecho. Eso sí, echas unas risas. Espero que no me declaren persona non grata en el VIPs.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pues sí que podría haber hecho una buena peli Berlanga del evento.Lástima que el hombre ya no esté por la labor.