6 de abril de 2006

Honor a la República

Dentro de ocho días se celebrará el 75 aniversario de la II República Española. Ayer mismo, el presidente de la Conferencia Episcopal mostraba una honda preocupación porque, al calor de este evento, se hayan ensalzado los valores que defendía este régimen democrático. Viendo de donde viene ese mensaje resulta de una hipocresía descomunal. Que se sepa, los altos gerifaltes de la Iglesia jamás cuestionaron los 'valores' que defendió a sangre y fuego el régimen fascista del general Franco. En vez de ponerle reparos le pusieron bajo palio. Fueron de su mano; militares y obispos, callaron en los fusilamientos, callaron con las torturas, con la represión, con la intolerancia, callaron contra la guerra, contra el hambre y sólo levantaron sus mitras, en fechas recientes, cuando dos personas, en ejercicio de su libertad, querían casarse. No sólo no defendieron derechos fundamentales sino que han hecho lo posible por contravenirlos. Nada que ver con los curas que algunos conocimos en nuestra niñez y adolescencia que se dejaron la piel por enseñarnos que, además de ser católicos, apostólicos y romanos, podíamos ser libres, justos y cultivados. Vaya para ellos mi gratitud. Y sentado este precedente únicamente saludar este aniversario y, aunque tanto le preocupe al señor obispo, a reafirmarse en los valores de laicidad, justicia y libertad y a reivindicar que la democracia, con sus grandezas y miserias, se apuntale hasta el punto de poder elegir quien ha de ser el jefe de un Estado sin necesidad de pedigree ni de desemplovar libros de historia y anacronismos absolutamente disparatados en el siglo veintiuno.

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