7 de enero de 2006

Que la música militar nunca me supo levantar

Soy de la generación que hizo la 'mili' de mala gana a pesar de presentarme voluntario. Esta aparente contradicción se explicaba en la 'voluntad' de quedarme cerca de mi ciudad para comer de cuando en cuando caliente en casa de mamá en vez de que te mandaran a regulares a Ceuta a atiborrarte de porros y latas de conservas. Baste recordar que mi servicio a la madre patria se inició apenas dos meses después de la intentona del 23-F y que, aunque podía decir lo contrario porque en la 'mili' el valor te lo suponían, pase más miedo que si hubiera tenido que ir al dentista antes de inventarse la anestesia. Por aquel entonces, los 'rojillos' con mucho acné y poco criterio político renegábamos de los militares y acuñábamos consignas que vociferábamos en alguna 'manifa' ('militares parásitos sociales') o escribíamos en los retretes ('Un civil se puede militarizar pero ¿un militar se puede civilizar?) En fin, cosas de la juventud. Con el tiempo no es que cambiara en exceso mi opinión; es decir, como decía la canción de Brassens que en España popularizara Paco Ibañez, la música militar nunca me supo levantar y así sigo. Sin embargo, la consolidación de la democracia también sirvió para rejuvenecer el ejército y dotarle de un espíritu acorde con los nuevos tiempos. Yo pensaba que era un capítulo cerrado hasta que ha venido el general Mena a recordarme lo difícil que es sacudir las alfombras cuando hay tanto polvo acumulado. El jefe militar se despacha ahora con críticas al Estatut e insinúa que el Ejército no puede estar de brazos cruzados frente a semejante afrenta. Ni siquiera voy a dedicar dos palabras a un peligroso disparate que se descalifica por sí solo. Voy a acopiar algún esfuerzo más para dar idea de la indignación que me provoca no ya la barbaridad en sí misma sino la reacción pusilánime que ha tenido en un partido que se tiene por democrático. Que el PP no haya desautorizado y criticado sin paliativos semejante burrada dice mucho de la catadura política con la que se manejan. La culpa la tiene el Gobierno que calienta a los militares y luego pasa lo que pasa, la culpa la tiene Bono, la culpa la tiene todo el mundo menos ellos. No sé que pensaran los votantes sensatos del PP de que la opción en la que confían no diga de manera abierta si comparte o no que el Ejército intervenga. Hasta que, de forma meridiana y explícita, el Partido Popular lo aclare uno puede seguir pensando que están de acuerdo y que, en consecuencia, la democracia se demuestra andando y el PP lleva mucho tiempo sin moverse del mismo sitio.

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