Para no alterarme en exceso prefiero tomarme algunas cosas de este país como la representación de un gran y continuo sainete. Según pasan los días parece que nadie quiere quedarse fuera del escenario. Los chicos de ERC incluso han optado por envolver su papel bajo máscaras y atrezzo propio de estas obras de teatro que, para ser sincero y pese a los esfuerzos, cada día les veo menos gracia. Pretender, a estas alturas, cerrar una emisora de radio es un despropósito de proporciones mayúsculas. Una torpeza de tal calibre que sólo pensar en todos los argumentos que darán a aquellos a quienes quieren callar les debería hacer recapacitar. Por desgracia, ya es tarde. Ni soy oyente de la cadena en cuestión ni, probablemente, comparta ni la milésima parte de lo que en ella se dice. Es lo mismo. No dudo de que a uno le pueda herir la sensibilidad los argumentos que se esgriman en esa radio, ni de la ira que pueden provocar, pero prefiero pensar en la inteligencia de quien escucha más que en el interés de quien lo propaga. Por ello, no hay que cerrar nada; simplemente se trata de rebatir o, llegado el caso y si eso no es posible, basta mover el sintonizador de banda. Si lo que querían estos muchachos era protagonismo lo han tenido; eso sí, a un precio demasiado alto como es dar importancia a quienes, a través de sus continuas descalificaciones hacia los demás, se descalifican a sí mismos.
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