30 de julio de 2009

DE JEFES DE PRENSA

Nunca me he tenido por corporativo con los 'míos'. Cuando se arma la trifulca sobre si un periodista debe ser o no licenciado en lo suyo o, simplemente, mañoso con el cambio de aceite de su coche me pongo del lado de estos últimos. Me es igual qué formación académica tenga quien me cuenta algo si lo que me cuenta me interesa y está bien explicado. Quizás sea por esos años que me pasé en la facultad tratando de ligar con más voluntad que acierto y perfeccionando, si eso es posible, mi habilidad con el mus. Para eso, que no es poco, me sirvió la Universidad. Por tanto, no me veo capaz de exigir a alguien que perdiera el tiempo como yo lo hice. Menos aún podría ser solidario con camorristas de medio pelo que, al cobijo de una jefatura de prensa, tratan de coaccionar a los redactores cuando no les gustan las preguntas que se le hacen a su señorito. Ha ocurrido con el mayordomo mediático del ministro de Trabajo. Aunque sea tirar piedras contra su tejado no estaría de más que las estadísticas del paro se cobraran un nuevo efectivo. Ya sé que es una faena, pero hay cosas que son intolerables. Amenazar a un periodista de TVE con hacer la llamadita de turno al jefazo para quitárselo del medio retrotrae a los tiempos de la caverna. Es simplemente una cacicada que no puede salir gratis. Eso sí, como no hay mal que por bien no venga, también ha evidenciado que, por fortuna, ya no vale ese latiguillo según el cual 'todas las televisiones públicas son iguales'. Que haya sido la propia RTVE quien haya emitido este dislate reconforta por lo que tiene de valiente. De estar Urdaci, el redactor 'tocapelotas' hubiera acabado de corresponsal en el desierto del Gobi. Claro que de estar el inefable Alfredo eso jamás se hubiera visto en pantalla. La 'fascistada' del comunicólogo en cuestión ha tenido también la virtualidad de soliviantar al gremio. No han sido pocos los ejemplares profesionales, por cierto, algunos de ellos los mismos que acatan con las orejas gachas que una y otra vez les convoquen a ruedas de prensa en las que no pueden realizar preguntas, quienes han echado pestes, así a discreción, contra el papel de un jefe de prensa. Y ahí sí, no por corporativo sino por arrabalero, he sentido el cosquilleo inequívoco previo en mis pelotas que delata que me están tocando ya saben. Que si censores, que si amenazantes, que si sólo están para obstaculizar la información, que si tal o que si cual. Con esos mismos simplismos uno bien pudiera aseverar, hasta con ejemplos si se solicitaran o solicitasen, que un jefe de prensa tiene que lidiar a diario con analfabetos funcionales que se creen que si ellos no destaparon el Watergate es simplemente porque no nacieron a tiempo. Yo lo podría decir acaso con razones, pero no lo hago porque toda generalización es injusta. Bien pudiera también afirmar que las coacciones y las extorsiones no son bienes patrimoniales y/o exclusivos de los gabinetes de prensa como tampoco los viajes gratis ni los regalos lo son de los políticos. Pero no lo voy a hacer o porque soy un bendito o porque ya lo he dicho.

4 comentarios:

paredes dijo...

Ví el vídeo de la jugada, y daban ganas de abofetear al pelotas-censor ese.
Está bien que el gremio y no gremio protesten-mos por esas prácticas , pero no es de recibo lo de esos periodistas que se las tragan todas dobladas si las putadas las hace Espe and company, y se pongan de veinte uñas si son otros quienes las hacen.
La censura es censura la ejerza Agamenón u otro mamón.

Txema dijo...

Pero bueno Germán, no sabía yo que juegas al mus.

Que, si chaval que estoy de acuerdo contigo, como no podía ser de otra forma que se dice ahora.

cambalache dijo...

Yo no juego al mus Txemov; simplemente me exhibo

Félix Chacón dijo...

A veces la amenaza no es tan explícita, pero está ahí. Los periodistas trabajan con una serie de presiones que impiden que su trabajo sea libre e imparcial. Y el peligro de las llamaditas siempre está ahí. Los jefes de prensa hábiles saben que lo que no hay que hacer es decirlo en voz alta.