12 de mayo de 2009

EL CHICO DE AYER

Ya se empiezan a morir los míos. Qué nefasta costumbre esta de dejarnos huérfanos. A veces las dentelladas del destino asustan. Hace apenas unas horas, junto a mi chica de ayer y de siempre, escuchaba El sitio de mi recreo. Hay canciones que no son canciones. Son como desfibriladores de recuerdos. Nos tintan las canas. Nos evocan el sabor de los primeros besos. Aquellas borracheras en una Malasaña canalla sin necesidad de apestar a orines por todas las esquinas. Del toque de queda en el Penta a esas altas horas de la madrugada. Hay canciones que nos hacen olvidar por unos minutos los achaques del alma. Antonio Vega ha muerto. Seguro que estamos más tristes nosotros que él de haberse enterado de la noticia. Hay veces que la vida pesa como una herida de plomo. Más aún cuando tienes que arrastrar una insoportable ausencia. Todos deberíamos tener un nombre que justificara por sí solo por qué nos levantamos cada mañana. El suyo era Marga. Pero Marga se fue. Antonio también. Hay días en que la tristeza es innegociable pero ya no estará este tipo para convertirla en una maravillosa canción. Gracias amigo.

3 comentarios:

Likuid dijo...

Precioso epitafio...

cambalache dijo...

Muchas gracias. Un saludo

paredes dijo...

No por ser previsible una temprana pérdida, deja de ser dolorosa.