2 de febrero de 2009

LIBERALIZAR LOS ATRACOS

ZP ha pedido a los grandes banqueros un esfuerzo adicional. Digo yo que adicional ¿a qué? Quizás les ha rogado que en la próxima comida de trabajo se coman todas las ostras para que los camareros no se vean tentados con la crisis a rebañar el plato. O que, cuando lleguen a la mansión, se hagan una serie añadida de diez abdominales para rebajar la andorga. Aparte del estreñimiento que no diferencia entre hipotecado y un Botín cualquiera ¿que otro esfuerzo han hecho y hacen los banqueros si hasta les llevan a casa los beneficios en un furgón blindado? Es verdad que con el pádel se suda una barbaridad pero también pueden jugar al ajedrez mientras les embargan el piso a una familia en paro con dos hijos. Un suponer. La cosa está tan mal que sólo han ganado 18.000 millones de euros. Una ruina. No es que pretenda uno hacer apología del delito pero, visto lo visto, no sé si la medida más eficaz para reactivar la economía será liberalizar el atraco ¿No lo piden ellos con el despido? Pues cada uno a lo suyo. Y claro, luego no les diga usted nada porque algunos de estos ricachos, sobre todo los extranjeros que viven en sitios con mal clima y peor gastronomía, en cuanto pierden mil millones de nada en bolsa en vez de ponerse a trabajar van y se suicidan. Joder, qué humos. Anda que si todos hubiéramos tomado esa decisión cuando vinieran mal dadas ni existía Teruel ni el mismo mundo. Los banqueros le han asegurado a ZP que ellos siguen dando créditos a quienes los pueden pagar. Sin duda lo llevaban muy preparado. Estamos pues ante la cumbre financiera del perogrullo que ha servido, sin duda, para que entre ellos se conozcan mejor aunque a usted no le vayan a perdonar la hipoteca. Y bien bonito que es fomentar las relaciones entre los humanos y si me apuran hasta con los banqueros. 

1 comentario:

paredes dijo...

Yo no quiero ser rico.
Total para ganar 18.000 millones de nada y tener que aguantar las envidias de los curritos y las críticas de esta izquierda pobretona.
No merece la pena.

Cuanto mejor en la cola del paro.

Con la de chistes que nos contamos.
Y lo que nos reímos.