SOY KSKOS, PÁSALO

Para que vea. Usted que pensaba que Cascos andaba de cacería desde que dejó la política y ahí le tiene. En la sombra urdiendo la ruina de las empresas a través del móvil. Tanto ver 'Al salir de clase' tenía que acarrear sus taras. Por lo visto, para inspirarse, se acercaba a la hora del recreo a los institutos y desde allí escribía los mensajes. "Sacyr a tmar x kulo. Pásalo. A las 8 btellón de kalimtxo en el parke". No crean que tiene gracia. Casi hunde a la compañía. Claro que a él los hundimientos se la refanfinflan. Recuerden el Prestige. Ahora tiene que ir al juzgado. Qué contrariedad. Justo en medio de la temporada del corzo. No envidio a sus agentes custodios. Espero que no hayan visto hace poco ninguna película de Aníbal Lecter. Qué repelús. Lo cierto es que yo le daba en casa regando los geranios calzado con sus pantunflas de tacos recambiables. O grabándose los gruñidos en un politono. O casándose que hace mucho que no repite. Mas no. Le han encomendado altas misiones político-financieras. Por ejemplo, ahora que tiene la yema ágil de tanto enredar con las teclas es el encargado de pedir las pizzas desde la calle Génova en los recesos de la Ejecutiva. Parece fácil, pero imaginen por un momento que se equivoca al pedir los ingredientes de la de don Manuel. El bufido puede ser chico. Y cualquiera le dice que los repita aunque no le haya entendido. A eso no se atreve ni Cascos y eso que como orador dejaba al león de la Metro a la altura del gato Silvestre. Siempre fue un fino estilista del verbo. Lo cierto es que se le añora en el hemiciclo ¿Alguien se hubiera atrevido acaso a decirle que no pusiera un busto de Sor Maravillas junto a la máquina del tabaco? Ni talante ni leches.