22 de octubre de 2008

EL PRECIO DEL ANSIA

Entonces era por eso. No es la panceta. Es el ansia. Bueno es saberlo. Un estudio demuestra que quienes comemos rápido tenemos el triple de posibilidades de engordar. Anda que no podía haber sido de que nos tocara la Primitiva o una prejubilación de Telefónica. Nos privan de desfilar en la Pasarela Cibeles y encima ésto. No es que cuestione yo la labor de los científicos, que, a excepción de los inventos del profesor Bacterio, también, pero este muestreo se ha elaborado en Japón. Quiero decir que su credibilidad es dudosa ¿Han visto a algún gordo japonés que no sea luchador de sumo? Pues eso. Desde luego los turistas que vienen a vernos taconear en los tablaos son de natural enjutos y algo alfeñiques. Tanto que el peso de su masa corporal es menor que el de sus cámaras. Por cierto, siempre me lo he preguntado ¿cuánto tiempo de vacaciones tienen para que les dé tiempo a viajar y luego a ver tantas fotos? Supongo que por lo menos no organizarán una charla coloquio como acostumbramos aquí en cada instantánea. Ya saben. Ay cari, cari, ¿te acuerdas de esta pareja? Ese era el socorrista de la piscina del hotel. Saca más panchitos que quedan las de la boda. Tampoco es extraña esta tipología anatómica en una nación que tiene como mito gastronómico el pescado crudo. Lo digo porque mucha culpa del glotoneo español, sobre todo en el típico picoteo, tiene mucho que ver con comer más que el de al lado. Esa filosofía de pelar una gamba a la plancha sin perder de vista ya a la siguiente. Empero, en el caso nipón, ¿quién coño se va a pelear por zamparse unos arenques recién salidos de la piscifactoría? Con todos mis respetos, un pueblo que come algas con la misma naturalidad que si fuesen unos sanjacobos tiene tanta fiabilidad como una resolución de la ONU. Eso sí, no convendría desvelarles la composición de los raciales callos porque a saber entonces qué dirían ellos de nosotros. No me comparen. De momento, intenten comerlos con palillos y ya verán como se ponen de lamparones la pechera. Desde luego, vaya en nuestro descargo, este buitreo gastronómico tiene menos sentido en un país rico. Aquí por lo menos siempre lo podíamos justificar en esa máxima del pobre de 'más vale reventar que sobre' cuya aplicación tanta lorza y tanto Almax nos ha costado a algunos. Claro que, todo esto, era antes de mi dieta Natur House. Ahora me como deprisa las acelgas para quitármelas cuanto antes de mi vista. Ya lo dijeron los Pata Negra: "Todo lo que me gusta es ilegal, es inmoral o engorda". Salvo que seas japonés, claro está.

7 comentarios:

Likuid dijo...

Vaya, pues yo como "embalao" y estoy tirando pa delgado. Pero claro, imagino relacionada la velocidad de deglución con los nervios intrínsecos de uno.

Anónimo dijo...

No me creo que hayan sido los japoneses los que te han convencido de lo que siempre te han dicho "no seas ansias", está claro que comer despacio hace que el estómago se sienta lleno antes por lo que comes menos y por tanto engordas la mitad.

cambalache dijo...

Yo como rápido y engordo a la misma velocidad salvo ahora que estoy a plan

paredes dijo...

El ceviche es pescado crudo aderezado con limon y ,CREAN-ME,está rico.

Confieso-me , que la primera vez que vine por estas tierras, no fuí capaz de comerlo, pero oiga-me, ahora me gusta cantidad.

Ayer recité por última vez esa estrofa de Pata Negra en el mercado, cuando dije a mi churri que si comprábamos camote y me dijo que eso engordaba.

cambalache dijo...

A mí también me gusta pero a veces hay que sacrifcair la verdad por un artículo. Nunca dejes que la realidad te estropee un buen titular. Pues más o menos. Saludos

Anónimo dijo...

me encanta eso de estar a "plan", como se notan los arrabales.

cambalache dijo...

Lo del arrabal es más difícil de quitar que la roña de los codos con piedra pómez (cómo jodía) Saludos