21 de agosto de 2008

DE SEX SYMBOL A SEX SYMBOL

Con esta competencia desleal no hay quien pueda. A ver qué dice ahora la UE de esto. Tanto gym, tanta crema antiarruga y tanta sudadera de marca. Tanto renunciar a los pantalones de tergal, a los zapatos de rejilla con calcetines grises y a la raya al medio. Tanto pedir en los bares whisky con red bull en vez de un carajillo. Tanto esfuerzo para nada. Luego llega el George Clooney, embiste a una mujer por detrás (con su coche me refiero en este caso puntual) y en vez de hacer un parte del seguro le regala uno nuevo y le deja una notita en el parabrisas. 'Espero que sepas perdonarme. George'. Serás cabrón. Así no, George. Así no. Te lo digo se sex symbol a sex symbol. Por esos alardes no paso ¿Crees de verdad que era necesario? ¿No crees que esa misma mujer, sin regalo de por medio, se hubiera vuelto en autobús no porque tuviera el vehículo averiado sino para podérselo contar a más gente? 'No se lo van a creer, pero me acaba de dar por detrás George Clooney'. Bueno, a lo mejor lo explicaría con una formulación menos ambigua, pero, para el caso, lo mismo da. Pues no señor. El tío va y le compra otro. Estoy seguro que si soy yo el contrario no me paga ni el trapito de ganchillo del reposacabezas. Me has decepcionado con ese juego sucio. Así, con el seguro a terceros que anda uno por esto de la crisis, parto en inferioridad de condiciones. Sólo y nada más que por eso. Que quede claro. Si eres guapo, y lo eres truhán, para qué engañarnos, ¿no resulta de mal gusto que nos restriegues que además eres millonario? Para eso ya tenemos a Briatore, pero yo pensaba que tú tenías más clase aunque seguro que la señora no piensa igual. Es más, seguro que andará encantada y con la lencería para el centrifugado. Sólo me consuela pensar lo difícil que le va a resultar explicárselo a su churri. 'Oye, Giuseppe, mira que te digo; pues que de resultas que me ha dado el George Clooney un golpe en el coche y, bueno, en fin, pues que me ha comprado uno nuevo. Ya sabes, lo normal'. Quizás si el pequeño siniestro hubiera ocurrido en Suecia pues el hombre ni se hubiera despegado de las verticales del crucígrama pero como ha sido en Italia la cosa se antoja más peliaguda. Un hombre italiano, y perdón por la redundancia, seguro que no tolerará esta afrenta salvo que el coche sea mejor que el que tiene. Lo primero que pensará es que ha habido de por medio beneficio carnal. Un fornicio de toda la vida. Claro que, si yo fuera él, en vez de recriminárselo sacaba a hombros a mi señora por todo el barrio. Cornuto cum laude.

(NOTA: Aunque resulte innecesario, decir que esta ciudad en la que vivo es una ciudad triste por esta maldita catástrofe aérea, pero también decir que yo no conozco ninguna palabra capaz de aliviar siquiera tanto desconsuelo. Paz para aquellos que se fueron y un abrazo para su gente que se quedó con una tristeza infinita)

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