8 de abril de 2008

LA MILONGA LIBERAL

A pesar de haber guardado en el baúl de los recuerdos los zuecos tachonados, los pantalones de campana y el cinturón con cabeza de león sigo siendo una antigualla. No es la edad. Es el espíritu. Eso me pasa por no fijarme en Espe como debiera y no me vale echarle la culpa a que me quita tiempo de observación Angelina Jolie. Cada una en su estilo. No hay que mezclar las cosas salvo que seas Ferrá Adrià y te paguen un pico por ello. La marquesa presidenta ya ha advertido que no le temblará el pulso si tiene que coger el timón de su partido y llevarlo al buen puerto de la modernidad y el liberalismo. Dice que el PP no tiene ninguna rémora del pasado. Algo de lo que nadie duda a pesar del nimio detalle de que su presidente de honor fuera ministro con Franco. Eso ya no es pasado. Es paleontología y, en consecuencia, no cuenta. Espe le ha venido a decir a Mariano, sin acritud, eso sí, que se ha quedado anquilosado, que es un pureta, que el Congreso del PP en vez de en Valencia lo tenía que hacer en Benidorm y aprovechar así un viaje del Inserso y que está más acabado que Pajares y Esteso juntos o por separado. Por supuesto, nada personal. Ella, sin embargo, de las cenizas que ha dejado el candidato ha reinventado la cataplasma del liberalismo que todo lo cura. Digamos que el liberal es un tipo que cree que quien está en paro es porque quiere, que las pensiones del Estado son una canongía intolerable y que el poder público es un atraso salvo que esté en su mano conceder alguna licencia de radio o televisión para él o algún amiguete. He conocido a pájaros de este pelaje capaces de escribir que los mineros viven de la sopa boba del Estado mientras ellos practicaban el felatio-periodismo para captar alguna campaña de publicidad institucional que sustentara su trinque. He visto a ilustrados idiotas frotarse las manos mientras se congratulaban de la Guerra del Golfo por su efecto benefactor en la economía. Al fin y al cabo ¿qué le importa el IPC a un muerto o a un tullido?. Ya saben. 'Es la economía imbecil'. Mientras los adalides de la modernidad resucitan los convenios laborales de la época del esclavismo, los casposos todavía creemos en el Estado. Somos así de torpes. No aprendemos. Ahí seguimos empecinados en creer que una pensión es una recompensa exigüa a una vida de trabajo, que la salud y la educación son derechos y no negocios y que un empleo no debe ser una renta para sobrevivir sino un sustento digno sobre el que edificar un futuro. Lo dicho. Unos antiguos. Menos mal que tenemos el apostolado de Esperanza.

2 comentarios:

Álvaro Dorian Gray dijo...

Yo creo que quería decir Liberada y no liberal. Liberada de la actual cúpula del PP. Por cierto, la faltó decir que es una gran "ama de casa", ya que está haciendo la cama todo el día, en este caso a Marianico.
Salud

paredes dijo...

!Joder con los liberales!Hay que ver como echan mano de papá estado cuando las crisis a sus empresas sacuden.Gentuza es la palabra que mejor define a estos neo liberales.