28 de febrero de 2008

TORRIJAS POR SMS

Da gusto vivir en una sociedad tan moderna. Ya puede usted ser penitente sin mover el bolo. Desde el mismo sofá, sin necesidad de amarrarse unas cadenas a los tobillos o cargar una pesada cruz, se podrá zampar unas torrijitas bajo la sintonía de una saeta. Basta con tener un móvil para bajarse los tonos o saber por dónde va la cofradía mientras usted se levanta por otro botellín. Eso sí, de momento sólo puede hacerse en Zaragoza gracias a los desvelos del Ayuntamiento que ha puesto un número en marcha para este fin. O sea que si ha sido este año un gran pecador de la pradera y quiere purgar sus faltas póngase de nuevo el debate de Mariano y ZP como penitencia, enchufe el móvil, túmbese y sufra como merece. Tenga cuidado con los cirios a ver si se queda sobao y se le queman los cortinones (de nada). Es una lástima que en el mismo número no se puedan pedir las torrijitas pero tendrá que conformarse con que se las siga haciendo su señora madre. Yo soy poco de torrijas. Es más, les confesaré la fechoría de adolescencia que motivó esta aversión. Cierta tarde, acompañado de mi buen amigo del arrabal Jose el Gallina, entramos a la taberna de Lorenzo. Tras la vitrina una bandeja de suculentas torrijas nos tentaba. En un despiste del tabernero, el Gallina me retó a mangar una bajo el intolerable cuestionamiento de mi hombría. No tienes huevos, me dijo. Y claro. Allá me aupé en la barra, introduje el brazo cual tentáculo y agarré una pringosa unidad. El Gallina amagó una carcajada que yo, cegado por los nervios, interpreté como un aviso del regreso del bueno de Lorenzo que en gloria esté de tal modo que adherí la puta torrija a mi impecable camisa con objeto de ocultarla ¿Qué ingredientes se utilizan? El tejido quedó empapado de aceite, grasa diversa, azúcar y demás guarradas. Con todo, lo peor no fue justificar en casa esos lamparones. Mucho más humillante fue soportar las chanzas de los colegas. Quien haya crecido en un barrio bajo sabrá de lo que hablo. Qué tiempos.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Doy fe (se dice así ??) de que es cierta la historia de la torrija. Ya me encargue de contársela en su día a mis hijos.

Un abrazo
JC
QTC

paredes dijo...

Señor anónimo,aunque Germán cometiera ese deslíz juvenil, ya le creemos.

cambalache dijo...

Creelo amigo Paredes. El señor anónimo no lo es para mí ya que es otro entrañable amigo de esa adolescencia de arrabal tan maravillosa. También tengo grandes anécdotas suyas. Algún día las contaré. Saludos desde el otro lado del charco

paredes dijo...

Se nota que es tu colega.Era solo una broma.El charco está muy revoltoso y como siga jodiendo me lo bebo.

Merche Pallarés dijo...

Son chiquilladas que uno se acuerda por los restos... Espero que aunque te pringara la torrija la pudiste comer al final. Besotes, M.