13 de febrero de 2008

ERA LA JODIDA SACARINA

Ya decía yo que no podía ser la panceta. Antes de seguir, hiperventilen si es necesario porque la noticia es de alcance y le puede cambiar la vida. La sacarina engorda amigos. A partir de ahora cuando quiera fumigarse la conciencia después de haber pedido una de porras y dos churritos recuerde que el ancestral terrón es lo único que no nutre sus lorzas. Que es la puta sacarina con lo que bien que quedaba uno pidiéndola en el desayuno del curro mientras a Bermudez el café le absorbía ya hasta las uñas tras dejar la porra sumergida una eternidad. Olvídese también de pedir pan integral cuando coma callos. Sea usted gordo pero consecuente. No crean que lo de la sacarina lo dicen unos mindundis. Han elaborado un sesudo estudio en la Purdue University de Indiana y lo han publicado nada menos que en la revista Behavioral Neuroscience o sea que, con lo que acojonan estos datos, seguro que tiene que ser verdad. Eso sí, con la de tontunas que investigan los científicos, que sí un mono puede distinguir entre una película de arte y ensayo y el teletienda que si un ratón hormonado puede dar de hostias a un gato y un largo etc, ya podían haberse puesto antes al tajo y habernos evitado así tener que tostarnos al sol con la casaca de Demis Roussos para ocultar los michelines. No descarten que lo próximo en caer sea el mito de las acelgas y la pescadillita cocida. A ver si hurgan más en esta universidad (qué envidia dan estos extranjeros; ellos investigando en las aulas y nosotros aguantando a la tuna) y concluyen, como yo sostengo hace años, que el revuelto de picadillo con morcilla de Villarcayo es asaz digestivo y, por ende, está más que cojonudo. Claro que digánme qué sabrán en EEUU de estos manjares. En ese país engorda todo menos el cerebro de su presidente. La razón científica que dan en este singular estudio es que la sacarina 'confunde al organismo'. Normal. Te pones ciego de bollos, luego pides sacarina, a media mañana uno de bacon y queso con cocacola light, en el almuerzo manitas de cerdo y un par de flexiones para coger la servilleta del suelo y por la noche una cuatro quesos con una birra sin alcohol. Así no hay quien se entienda. Un poco de coherencia. Ah, y otra más de callos. Sin sacarina, claro está.

4 comentarios:

Margarida dijo...

Si al final tengo razón en todo. No hay como la alimentación "de siempre". Los experimentos, en casa y con gaseosa...Buenos días, Germán!! Que tal todo?

Anónimo dijo...

Mira q estas tonto. No cambiaras nunca.

Creo que tu cuerpo de bailarina lo mismo que el mio de "tusso (animalito de 4 patas)" ya poco arreglo tienen le metas o no sacarina. Como diria mi madre:hemos entrado en una edad muy mala.

Un abrazo.
JC
QTC

Anónimo dijo...

lo jodido es que dicen que la sacarina produce hambre, y yo voy y dejo los porros por el café, con sacarina claro.

Merche Pallarés dijo...

He vuelto de viaje y aquí estoy de nuevo disfrutando con tus posts, riéndome a mándibula ¿batiente, se dice? En fin, nunca tomo sacarina o sea que ese estudio no me afecta. Besotes, M.