11 de enero de 2008

VAYA SORPRESOWITZ

Un polaco se fue a un puti club y se encontró a su señora esposa en plantilla. Lo mejor en estos casos es disimular y, si se sabe, silbar con la vista perdida en el techo. A ver quién es el guapo que lanza el primer reproche. La mujer le decía que trabajaba en una tienda cercana al pueblo y él, a buen seguro, para echar un kiki fuera de tiesto le diría que tenía que cuadrar el balance en el curro o que había pinchado una rueda. Debe ser duro saber de golpe que tu mujer es puta y que tu marido es un putero. O a lo mejor todo lo contrario. Así por lo menos tendrán algo de que hablar mientras ven el teletienda ¿Qué tal instrumento gasta Marianowitz, cariño? Psssiiii, pssssa. Jodío mentiroso, seguro que se mete calcetines en los gayumbos ¿Qué tal se lo hace María de las Virtudowitz, mi cielo? Sólo correcta y profesional. Y así hasta que no tengan ya nada más que contarse y se conviertan en un matrimonio normal. Por no hablar de las ventajas que se derivan para la economía familiar en la copulación marital. Estamos hablando de un ahorro importante por parte de él si bien neutralizado por una falta de ingresos por parte de ella. Todo es cuestión de echar cuentas. De todos modos son sólo conjeturas porque los Putowitz se han decidido por el camino más fácil que es divorciarse. Cada uno por su camino aunque, mucho me temo, que acabaran llegando al mismo sitio. No saben qué error cometen. Para una cosa que les une.

1 comentario:

Merche Pallarés dijo...

Qué risible eres!!!! Besotes, M.