LOS JÓVENES ROCKEROS TAMBIÉN MUEREN

Me he quedado de piedra. Yo que pensaba que aquello de que los viejos rockeros nunca mueren era una verdad como un templo. Qué va. Palman como todos y encima mucho más jóvenes. La Universidad de Liverpool (que desde que se retiraron los Beatles debe andar la mar de aburrida) ha concluido que la vida de desenfreno de las estrellas del rock aumenta sus posibilidades de morir de forma prematura ¿No me digan? Y yo que creía que se ponían ciegos de alcohol y porros para competir en las Olimpiadas. Qué decepción. O sea que ahora si soplas de tal manera que hasta te enjuagas la boca con bourbon, te metes la coca por la nariz con la cucharilla del café y te endilgas unos petardos del tamaño de un brazo gitano tu salud se resiente. Menos mal que me lo han dicho. Que bien ha hecho María Jesús y su acordeón dedicándose a otro género musical. Ahí la tienen lozana y lustrosa con sus pajaritos por aquí pajaritos por allá. Mareaítos los tiene. No crean que el estudio lo han hecho a ojo de buen cubero. Han examinado la muerte de más de mil artistas americanos y británicos muertos entre 1956 y 2005. Pues bien; la cuarta parte de ellos murieron a causa del alcohol y las drogas. En España se ha dado el caso inverso. Espectadores que se han echado en los brazos de la drogadicción después de haber escuchado a algún presunto artista. Por ejemplo, el club de fans de Fran Perea se ha convertido prácticamente en una sucursal de 'Proyecto Hombre'. Una de las causas más comunes de autodestrucción es la pérdida de la fama. Aquí tuvimos a nuestro entrañable Joselito que, como saben, pasó de ruiseñor a camello y otros casos más constructivos como el de Tony Genil que años ha se dedicaba a cantar hincado de hinojos y volvió al candelero años después logrando que fuéramos los demás quienes le pidiéramos de rodillas que se callara. Otros estilos.