27 de abril de 2007

Riesgos de infarto

No es que quiera yo restar méritos a todo un señor catedrático, pero, humildemente, creo que con este estudio tampoco se va a llevar el Nobel. Don José Abellán, a la sazón eminente experto en Riesgo Cardiovascular, concluye que el peligro de infarto es menor entre hombres que se han casado con mujeres ricas ¡Albricias! Cualquiera lo diría. Yo pensaba que estar tumbado a la bartola a la orilla de la piscina mientras te tocas los huevos aumentaba las taquicardias. Y no le digo nada si se suma el esfuerzo de incorporarse para coger el martini dry o pasar las páginas del Marca o tener que llamar al mayordomo para que te traiga los cohibas. Y si nos ponemos alarmistas qué decir cuando, en ejercicio de tu estado marital, has de ejercer la coyunda con el brío que se le exige a un tipo saludable, mantenido y descansado. Mejor que tenga a su lado una unidad medicada y un helicóptero del Samur.

Uno, tan aprensivo que se tiene que tomar una valeriana antes de ponerse una tirita, se ha ganado un buen sofocón por entrar en los detalles del informe. En él se asegura que no saber inglés es un factor claro de riesgo para la patata vascular. Ya me disponía a matricularme de inmediato en CCC, aunque yo soy más de francés incluido en los idiomas, cuando he reparado en los matices. No significa que si usted no sabe decir con desparpajo británico ¿How are you? le vaya a dar un jamacuco (¿se sigue diciendo esta palabra o creen que me he quedado obsoleto, pardiez?). Quiere decir que si usted va a London y no logra hacerse entender pues se pone de los nervios y entonces sí que el bombeo se le acelera y hasta es posible que se cague en la puta madre del Big Ben. A mí incluso me pasa en España y entre españoles cuando leo la carta de un restaurante de nueva cocina. No entiendo nada, es escaso y, menos mal que encima te sale por un ojo de la cara.

Lo que más me consuela es que dormir la siesta es uno de los mejores antídotos contra el infarto. Ahí sí que no me pillan. Yo lo cumplo a rajatabla. Más que de la modalidad pijama y orinal yo soy de la de cabezada y babilla frente al Aquí hay tomate pero creo que la eficacia es similar. El peligro de la grasaza lo asumo con valentía. Una cosa por la otra. Es decir, lo que me arriesgo por la ingesta desaforada de callos luego lo amortizo con una siesta del copón. Como ven, es un tratamiento de lo más llevadero. Nada que ver con ponerte un supositorio cada seis horas.

Sin ánimo de cuestionar este estudio del señor catedrático si he echado en falta algunos elementos que, en mi humilde opinión, nada científica por otra parte, sí pueden alterar el ritmo cardíaco ¿Ha valorado, por ejemplo, los efectos para el espectador de un cara a cara entre Kiko Matamoros y la Patiño? ¿Ha sopesado en impacto de encontrarte en la playa con la Pataky? ¿Se ha parado a pensar en los efectos devastadores de una comparecencia de Acebes? ¿Ha visto cómo juega el Madrid? ¿Y los posados playeros de la Obregón? Son interrogantes que así, a vuela pluma y por bien de la Humanidad, dejo en el aire para estudio de sus eminencias. No hay de qué.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Como no te deje meter mano en la cuenta corriente, imagino que el descenso del peligro de infarto será nulo , en caso de que no sea mayor.
La cosa es hacer estadísticas.

Y pregunto, ¿habrá más riesgo de infarto casandose con rubi@s o moren@s?

¿Y conviviendo sin pasar por juzgados o vicarías?
¿Los ateos o los creyentes?

Roberto Alcázar o Pedrín?

Es que estoy de una avidez de saber cosas trascendentales que pa qué.

paredes

Paco dijo...

Veo que seguimos los mismos temas. Hay una segunda parte del estudio que dice que la falta de siesta o el no hablar inglés también aumenta el riesgo de infarto.

Así es la Universidad Católica de Murcia.