Nosotros los guapos

Ya era hora que pensaran en nosotros. Los solteros guapos ya tenemos una página en internet en la que nos podemos buscar churri o intercambiar consejos y marcas de cremas antiarrugas. Todavía no me han aceptado en tan selecto club, pero confío mucho en el 'fotochop' y en su magnificencia. Hay que enviar tres fotos y luego votar. Una es de cuerpo entero aunque no especifica. Espero que no sea en pelotas. No crean que me asusta exhibir mis carnes. Lo digo para evitar complejos en el prójimo. Andaba yo con un vacio existencial enorme. Creía que era porque apenas había cenado anoche, un par de bocatas de chistorra y poco más, pero me he dado cuenta que era esta ausencia cibernética lo que me angustiaba.

Ustedes se deben creer que los guapos lo hemos tenido siempre muy fácil. Craso error. Más de una vez me he visto privado de entablar conversación con alguna joven que había despertado mi interés tan solo por parecerla un hombre inaccesible. No me extraña. Acodado en una barra, con un vaso en la mano y esta sonrisa de seductor la verdad es que impresiono. Creen que soy un sueño cuando sólo soy un regalo de la naturaleza. Ahora ya menos. Incluso acodado en la barra de algún bar me han confundido con el proveedor de la Mahou. Claro que iba en chandal y con chancletas. A veces a uno también le gusta saber qué se siente siendo un ordinario.

Tras el envío de las fotos pasas al trámite democrático de saber si eres o no un guaperas competitivo. Y ahí entran ustedes. No es que no confíe en mis posibilidades, pero ya saben que hay mucho envidioso y resentido. Yo no tengo la culpa de que mi anatomía sea todo un prodigio. Muchas veces lo comento con Brad y con Angelina. Aunque pueda parecer insultante también duele saber que muchas personas sólo se acercan a mí por mi físico o porque les parece simpático mi sultán. Hay que ser guapo para saberlo, pero, si no es el caso, ya se lo digo yo.