22 de febrero de 2007

¿García insultando? No me lo puedo 'de' creer


No me lo puedo 'de' creer ¿García insultando a alguien? Menos mal que lo he contrastado en diversas fuentes porque ni me lo creía. Aún así no salgo de mi asombro. Un tipo como él. Siempre tan afable y educado, tan elegante y constructivo. García, felizmente recuperado de una grave enfermedad (por supuesto sin ironía alguna) asentó su imperio radiofónico sobre la descalificación y la brocha gorda. Ahora le lleva Quintero a su programa y pretenden en TVE que recite un poema bucólico o lea unos versículos. Cuando García habla de censura y de tiranos sabe de lo que habla. No le discutan. Colegas de profesión que trabajaron a sus órdenes, nunca mejor dicho, pueden dar fe de sus formas de cacique de las ondas. Por eso acaso hubiese sido aún más necesario que le dejaran soltar bilis para que supiera que la grandeza de la democracia admite hasta sus excesos. Que le dejen hacer a él lo que él jamás permitiría en sus programas salvo que sea su excelencia quien señale a los enemigos. La torpeza de TVE ha sido grande. Ni siquiera cribar los exabruptos le exime de su error. Si ha habido insultos que traspasen la línea de lo permisible ahí están los tribunales. Ustedes están para confeccionar una programación no para seleccionar aquello que podemos ver u oír aunque lo diga García que, guste o no, en su bendito derecho está. Eso sí, en su derecho de mancillar y en su obligación de pagar por ello si así se dictase. García me sirvió como ejemplo para saber que de mayor quería ser un periodista totalmente distinto a él. Durante años reinó en la radio con una retahíla de adjetivos que forman parte de la historia del periodismo. Lo malo, o al menos lo que a mí de estomaga de él y de otros tantos, es que toda su ira la reservan para unos cuantos muñecos de feria. Los amigos y los amigos de los amigos son intocables. Por eso jamás habría que confundir. Por insultar más alto no se es más independiente. Por definición me escaman los multimillonarios del periodismo. No sé, quizás sea por haberme quedado fuera. García se apagó en su propia hoguera, en las llamas de su arrogancia. Empezó siendo un locutor y al poco tiempo se convirtió en un perdonavidas. En un individuo que arremetía con el ariete de su micrófono contra los muchos trincones que pueblan este país. Acaso fuese la vehemencia de sus argumentos o el volumen de sus gritos lo que no le permitieron saber que él ya era de la misma pasta que calcinaba cada noche. Ni me gustó entonces ni me gusta ahora, pero desde que se inventó el mando a distancia nadie debería decirme si me quiero encabronar oyéndole o ver el teletienda. Ni siquiera TVE.

1 comentario:

Anónimo dijo...

he visto la entrevista y me da la impresión que lo que más ha molestado es que alguien que estaba dentro, pueda comentar como son lo tejemanejes de los poderes de este pais, a mi me parece mal que se censure sobre todo porque no insulta sino que acusa, y eso no es muy distinto de los programas de investigación que se gastan las televisiones.